La gripe es una enfermedad que se produce como consecuencia de la infección por alguno de los tipos de virus de la gripe, que se clasifican en varios grupos. Por lo general, la infección sintomática es producida por los virus A o B, mientras que el virus de la gripe C tiene una menor patogenicidad o capacidad de infección.
La gripe es una de las patologías respiratorias más frecuentes —en especial, durante periodos que suelen coincidir con el otoño y el invierno— y una de las infecciones de mayor relevancia desde un punto de vista epidemiológico y sanitario, debido a la elevada frecuencia con la que esta infección motiva bajas laborales, así como saturación a nivel hospitalario y atención primaria.
Tratamiento de los síntomas de la gripe
Una de las características más destacadas de la gripe es la aparición súbita de los síntomas, con un rápido aumento de la temperatura corporal –fiebre–, malestar general, dolores musculares y articulares, tos –que puede ser intensa y persistente–, y dolor o irritación de garganta.
La mayor parte de los casos de gripe se resuelven sin complicaciones por sí solos, por lo que el tratamiento suele consistir en el alivio de los síntomas.
Existen tratamientos antivirales específicos para la gripe, como, por ejemplo, oseltamivir y zanamivir, que son medicamentos inhibidores de la neuraminidasa presente en la cápside del virus de la gripe.
Otro fármaco existente es la amantadina, que es un antiviral que inhibe la replicación del virus y también cuenta con indicación en el tratamiento y profilaxis de la gripe.
Sin embargo, los fármacos antivirales tienen un escaso uso clínico, en parte debido a que su eficacia se limita a una ligera reducción temporal de los síntomas.
El uso de fármacos con actividad analgésica y antipirética, como el paracetamol y el ibuprofeno, es muy habitual, pues permiten reducir el malestar y los dolores musculares, articulares o de cabeza, y bajar la fiebre.
Para el tratamiento de la tos se recurre a antitusivos como dextrometorfano, cloperastina o levodropropizina. También se pueden utilizar medicamentos con codeína, pero, en ese caso, siempre con receta médica por tratarse de un fármaco opioide débil.
Síntomas de la gripe que producen congestión nasal
En caso de congestión nasal se pueden emplear fármacos descongestivos:
Por vía oral, como la fenilpropanolamina.
Por vía nasal en forma de spray, empleando fármacos como oximetazolina, tramazolina, xilometazolina o fenilefrina.
Pomadas y soluciones para el tratamiento de los síntomas de la gripe
Las pomadas y soluciones a base de compuestos como el mentol y el alcanfor pueden ofrecer también un alivio de la congestión y la tos.
La pomada puede aplicarse en el pecho, el cuello y la espalda para favorecer la inhalación de los vapores, evitando siempre el contacto directo con las mucosas. También se puede inhalar añadiendo una cucharada a un recipiente con agua caliente, pero no hirviendo.
Estas pomadas pueden emplearse en adultos y, dependiendo de la composición concreta, en niños a partir de 6 años.
En forma de solución, para la inhalación de estos compuestos se dispone de medicamentos en forma de barra nasal y en gotas para añadir a agua caliente.
Antigripales para tratamiento de los síntomas de la gripe
En España, se encuentran comercializados distintos medicamentos, denominados genéricamente como antigripales o anticatarrales, que combinan varios de los fármacos mencionados, por lo que permiten tratar varios síntomas a la vez.
Aunque muchos antigripales pueden adquirirse sin necesidad de prescripción médica, el farmacéutico te aconsejará el medicamento más apropiado en función de los síntomas presentes y de tu situación concreta.
Por ello, es importante que informes al farmacéutico sobre cualquier otro medicamento que estés tomando o de si padeces algún otro problema de salud, para evitar interacciones y detectar cualquier posible contraindicación.