Anorexia del primer año: Qué es, por qué ocurre y cómo solucionarla
Cuando el bebé cumple un año, es común que empiece a comer peor y rechace alimentos que antes aceptaba. Este fenómeno se conoce como la anorexia del primer año y, aunque puede resultar desconcertante para los padres, es una etapa común en el desarrollo infantil.
¿Por qué se produce la anorexia del primer año?
Alrededor del primer año de vida, los bebés experimentan un cambio significativo en su alimentación. Empiezan a comer alimentos sólidos y su dieta se amplía considerablemente. Como consecuencia, la gente que rodea al bebé, no solo los padres, empieza a ofrecerle una mayor variedad de alimentos, incluyendo opciones menos saludables como galletas, zumos o patatas fritas, para calmarlo o entretenerlo.
Esta sobreexposición a la comida hace que el niño, que antes comía unas cuatro o cinco veces al día, pase a recibir alimentos constantemente, llegando a comer hasta quince o veinte veces al día.
Ante esta situación, el niño, de forma natural, empieza a seleccionar lo que más le gusta y a rechazar lo que no. Como sabe que en poco tiempo volverá a recibir comida, no siente la necesidad de comer algo que no le apetece en ese momento.
El problema de la selección de alimentos
El principal problema de esta selección de alimentos es que la dieta del niño puede volverse muy restringida y carecer de los nutrientes necesarios para su desarrollo. Es común que los niños en esta etapa acaben teniendo una dieta basada en alimentos procesados, ricos en azúcares y grasas poco saludables.
¿Cómo solucionar la anorexia del primer año?
La clave para solucionar la anorexia del primer año radica en volver a establecer una rutina de comidas regular y ofrecer al niño únicamente alimentos nutritivos a las horas de comer. Es fundamental evitar el uso de la comida como método para calmar o entretener al niño.
Siguiendo estas pautas, la mayoría de las anorexias del primer año se resuelven de forma espontánea a medida que el niño crece y su apetito se regula.
Es importante recordar que cada niño es diferente y que no existe una solución única para todos los casos. Si tienes dudas o te preocupa la alimentación de tu hijo, lo mejor es que consultes con tu pediatra.