Los antioxidantes juegan un papel crucial al contrarrestar los numerosos factores estresantes que afectan a nuestra piel, como la radiación solar, la contaminación, el consumo de alcohol, el tabaco o el estrés.
Estos factores promueven la formación de radicales libres, desencadenando estrés oxidativo, lo que puede tener repercusiones negativas en nuestra piel al acelerar el proceso de envejecimiento y contribuir al desarrollo de enfermedades cutáneas.
Los antioxidantes, esenciales para prevenir y mitigar el daño oxidativo, pueden ser endógenos, producidos por nuestro organismo, como las enzimas catalasas, el ácido úrico o proteínas como la lactoferrina, o exógenos, como las vitaminas y minerales que obtenemos principalmente de la dieta.
La industria cosmética ha aprovechado el potencial de los antioxidantes, creando productos que protegen y previenen el envejecimiento prematuro de la piel y promueven su hidratación, luminosidad y uniformidad.
Antioxidantes más utilizados en cosmética
Los antioxidantes más empleados en cosmética son:
La vitamina C o ácido L-ascórbico participa en la síntesis de colágeno, reduce el daño causado por las radiaciones UV, potencia el efecto fotoprotector y reduce las manchas producidas por el sol. Su principal inconveniente es que es muy inestable y se oxida fácilmente con la luz o el aire. Los derivados de la vitamina C como Ascorbyl glucoside o Ascorbyl palmitate son más estables, se formulan a un ph menos ácido y son adecuados para pieles sensibles.
La vitamina A, que vamos a encontrar en forma de beta-carotenos o retinoides, tiene la capacidad de inhibir la respuesta inflamatoria, reducir el estrés oxidativo y mejora la elasticidad de la piel.
La vitamina E , que podemos encontrarla bajo el nombre de tocoferol, mejora la función barrera, acelera la renovación y regeneración celular. Suele combinarse con vitamina C para reducir manchas o con ácido ferúlico potenciándose su efecto antioxidante.
La vitamina B3 o niacinamida aumenta la hidratación de la piel, promueve la síntesis de colágeno, unifica el tono de la piel, tiene acción calmante y tiene efectos seborreguladores y antiinflamatorios. Por su estructura molecular puede llegar a las capas más profundas de la piel.
También encontramos sustancias como el resveratrol, un polifenol que actúa sobre la flacidez y elasticidad de la piel, tiene propiedades antibacterianas y disminuye irritaciones y manchas.
Una buena rutina cosmética, por tanto, se va a beneficiar del uso de antioxidantes.