Las convulsiones febriles en los niños están marcadas por una predisposición, «hay unos niños a los que les puede dar una convulsión febril y otros a los que no», explica el pediatra Jesús Garrido. Lo que ocurre es que el cerebro de algunos niños está más inmaduro y, al subirles la fiebre, se les acelera el metabolismo, de esta forma «es más fácil que la actividad de una neurona salte a otra y así se desencadena la convulsión».
Síntomas de una convulsión febril
Es importante saber qué síntomas va a provocar una convulsión febril. No se trata del temblor típico de la fiebre, «lo que se percibe es que el niño pierde el conocimiento y no responde a los estímulos que le damos y, en vez de temblor, lo que hace el niños es más bien sacudidas rítmicas que pueden afectar solo a un brazo o una pierna o también a todo el cuerpo» describe el pediatra. Pero hay más síntomas a tener en cuenta, «el niño también suele encajar la mandíbula y, al respirar a través de esa mandíbula encajada, se le acumula la saliva provocando burbujas, algo que suele alarmar bastante a los padres» afirma Garrido.
Tratamiento de la convulsión febril
Es importante destacar que la mayoría de las veces las convulsiones febriles no suelen ser graves, hay que dejar que pasen y ponerles tratamiento. «Habría que tratar la fiebre y desplazarse al hospital lo antes posible» apunta el doctor. «Una cosa importante cuando estamos ante una convulsión febril es mirar el reloj porque en el hospital nos preguntarán cuánto tiempo ha durado y cuándo ha empezado la convulsión febril» señala el pediatra que aclara lo siguiente «si dura menos de 15 minutos no es grave, si dura más podría dar problemas».
Al llegar al hospital el punto principal será determinar cuál es el foco de la convulsión febril para descartar que sea algo grave. Lo más probable es que una vez puesto el tratamiento manden al niño a casa pues «el 50% de los niños que tienen una convulsión nunca más va a volver a tener otra». Lo más importante es irse del hospital con la lección aprendida y saber qué debe hacerse en el caso de que la convulsión se repita.
¿Puede afectar la convulsión febril al desarrollo del niño?
Como curiosidad el doctor apunta que un estudio ha demostrado que «la mayoría de los niños que habían tenido convulsiones febriles de pequeños no solo no iban mal en los estudios sino que ocurría lo contrario, eran niños que luego tenían más capacidad de concentración cuando se hacían mayores».
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