Revisión 18-01-2022
a después de haber sufrido un ictus pueden aparecer distintas secuelas que afecten a nuestro día a día, como por ejemplo problemas de memoria, dificultad para comunicarse o también para caminar. Pero una de las secuelas más frecuentes y que mayor malestar provocan tanto en que lo sufre como los familiares y su entorno, son los cambios de la personalidad. Muchas personas que han pasado por esta experiencia comentan que su familiar o ellos mismos se comportan de forma diferente. Tiene muchos cambios de humor y, sobre todo, que no saben como manejar esta situación. Si este es tu caso, lo primero que nos debemos plantear Es que sufrir un ictus es un acontecimiento muy estresante que pone en peligro la vida de la persona que lo padece y que supone muchísimos cambios tanto en uno mismo como la forma en que va a tener que enfrentarse a su vida diaria. Por lo tanto, no es extraño que aparezcan reacciones como tristeza, ansiedad o enfado No obstante, también se debe tener en cuenta que el control de nuestro estado de ánimo y forma de actuar se encuentran localizados en partes concretas del cerebro. Cuando se sufre un ictus. Estas zonas se pueden dañar, provocando que la persona pierda el control sobre su propia conducta, por lo que la gran mayoría de los comportamientos que pueden aparecer no serán intencionados y no deberemos tomarlos como algo personal. Existen muchos cambios de personalidad que pueden aparecer tras un ictus. Pero para poder ofreceros algunos consejos prácticos nos centraremos tan sólo en cinco de ellos. Vamos a verlos uno por uno El Primero es la agitación y deambulación. Nos referimos a cuando la persona está muy inquieta, incluso no para de moverse por la casa viendo de una habitación a otra sin ningún objetivo concreto Normalmente. Esto sucede porque se encuentra muy desorientada o confusa, que podemos hacer crear un ambiente organizado y seguro, ya que ayudará a disminuir su confusión, inquietud y tendrá menos necesidad de moverse. Por ejemplo, intenta que sepa qué hora y quería es que su entorno sea lo más familiar posible y establece unas rutinas diarias El. Segundo, es la agresividad o irritabilidad. En este caso es muy importante evitar los enfrentamientos Si. La persona reacciona con agresividad, trata de distraer, le lleva su atención a otra cosa, algo que le guste y desviarle del tema. El tercero sería la apatía o la falta de iniciativa. Aquí es importante intentar quedar actividades que le resulten fáciles y que sean de su agrado. Al principio. Lo importante es que comience a hacer cosas, no que las haga bien, no que hagan muchas cosas diferentes. Cuando lo consiga felicitarle, dile que lo ha hecho muy bien. Reconociendo su esfuerzo y animándole a continuar. El cuarto hace referencia a la impulsividad. Con esto nos referimos a cuando la persona actúa sin pensar, por ejemplo, haciendo comentarios inapropiados o cogiendo cosas que no le pertenecen. En estos casos, al principio tendremos que ayudarle a darse cuenta de que su comportamiento no es correcto, diciéndoselo con firmeza pero de buenas maneras, evitando discusiones. Y si la persona reacciona mal, intentando distraerle y desviando su atención a otro tema diferente. El, quinto y último se refiere a los síntomas depresivos. Si la persona se encuentra deprimida y triste, quizás sea una reacción normal a su nueva situación. En estos casos se le puede ofrecer apoyo, dejándole expresar sus sentimientos y evitando hacer comentarios que les hagan pensar en las pérdidas que ha supuesto el ictus en su vida. No obstante, si estos síntomas se alargan en el tiempo o son tan intensos que impiden que realice sus actividades diarias. Es recomendable buscar ayuda profesional a
a después de haber sufrido un ictus pueden aparecer distintas secuelas que afecten a nuestro día a día, como por ejemplo problemas de memoria, dificultad para comunicarse o también para caminar. Pero una de las secuelas más frecuentes y que mayor malestar provocan tanto en que lo sufre como los familiares y su entorno, son los cambios de la personalidad. Muchas personas que han pasado por esta experiencia comentan que su familiar o ellos mismos se comportan de forma diferente. Tiene muchos cambios de humor y, sobre todo, que no saben como manejar esta situación. Si este es tu caso, lo primero que nos debemos plantear Es que sufrir un ictus es un acontecimiento muy estresante que pone en peligro la vida de la persona que lo padece y que supone muchísimos cambios tanto en uno mismo como la forma en que va a tener que enfrentarse a su vida diaria. Por lo tanto, no es extraño que aparezcan reacciones como tristeza, ansiedad o enfado No obstante, también se debe tener en cuenta que el control de nuestro estado de ánimo y forma de actuar se encuentran localizados en partes concretas del cerebro. Cuando se sufre un ictus. Estas zonas se pueden dañar, provocando que la persona pierda el control sobre su propia conducta, por lo que la gran mayoría de los comportamientos que pueden aparecer no serán intencionados y no deberemos tomarlos como algo personal. Existen muchos cambios de personalidad que pueden aparecer tras un ictus. Pero para poder ofreceros algunos consejos prácticos nos centraremos tan sólo en cinco de ellos. Vamos a verlos uno por uno El Primero es la agitación y deambulación. Nos referimos a cuando la persona está muy inquieta, incluso no para de moverse por la casa viendo de una habitación a otra sin ningún objetivo concreto Normalmente. Esto sucede porque se encuentra muy desorientada o confusa, que podemos hacer crear un ambiente organizado y seguro, ya que ayudará a disminuir su confusión, inquietud y tendrá menos necesidad de moverse. Por ejemplo, intenta que sepa qué hora y quería es que su entorno sea lo más familiar posible y establece unas rutinas diarias El. Segundo, es la agresividad o irritabilidad. En este caso es muy importante evitar los enfrentamientos Si. La persona reacciona con agresividad, trata de distraer, le lleva su atención a otra cosa, algo que le guste y desviarle del tema. El tercero sería la apatía o la falta de iniciativa. Aquí es importante intentar quedar actividades que le resulten fáciles y que sean de su agrado. Al principio. Lo importante es que comience a hacer cosas, no que las haga bien, no que hagan muchas cosas diferentes. Cuando lo consiga felicitarle, dile que lo ha hecho muy bien. Reconociendo su esfuerzo y animándole a continuar. El cuarto hace referencia a la impulsividad. Con esto nos referimos a cuando la persona actúa sin pensar, por ejemplo, haciendo comentarios inapropiados o cogiendo cosas que no le pertenecen. En estos casos, al principio tendremos que ayudarle a darse cuenta de que su comportamiento no es correcto, diciéndoselo con firmeza pero de buenas maneras, evitando discusiones. Y si la persona reacciona mal, intentando distraerle y desviando su atención a otro tema diferente. El, quinto y último se refiere a los síntomas depresivos. Si la persona se encuentra deprimida y triste, quizás sea una reacción normal a su nueva situación. En estos casos se le puede ofrecer apoyo, dejándole expresar sus sentimientos y evitando hacer comentarios que les hagan pensar en las pérdidas que ha supuesto el ictus en su vida. No obstante, si estos síntomas se alargan en el tiempo o son tan intensos que impiden que realice sus actividades diarias. Es recomendable buscar ayuda profesional a