El acné es una afección cutánea común que afecta a un gran porcentaje de la población, especialmente durante la adolescencia. Se caracteriza por la aparición de granos, espinillas y quistes, principalmente en el rostro, la espalda y el torso.
Diversos factores, tanto internos como externos, pueden desencadenar el acné. Entre los factores intrínsecos se encuentran los cambios hormonales, como el aumento en los niveles de andrógenos. Los factores extrínsecos incluyen la alimentación, el tabaquismo, la contaminación, los hábitos de higiene y, de manera crucial, la exposición solar.
La importancia de la fotoprotección en pieles con acné
La radiación solar puede agravar el acné, ya que estimula el engrosamiento de la epidermis, lo que puede obstruir las glándulas sebáceas y propiciar la aparición de lesiones. Además, el sol puede causar hiperpigmentación postinflamatoria, dejando manchas oscuras en las áreas donde se han producido brotes de acné.
Por estas razones, es esencial que las personas con acné protejan su piel del sol utilizando un fotoprotector específico que cumpla con las siguientes características:
Protección de amplio espectro: Debe proteger contra los rayos UVA, UVB, infrarrojos, luz visible y luz azul.
Acción antioxidante: Debe contener antioxidantes, como la vitamina C y la vitamina E, para neutralizar los radicales libres generados por la exposición solar.
Reparación del ADN: Es beneficioso que incluya activos que ayuden a reparar el daño causado por el sol en el ADN de las células cutáneas.
Regulación del sebo: Los fotoprotectores con ingredientes seborreguladores, como el ácido salicílico o la niacinamida, ayudan a controlar la producción de sebo y a prevenir la obstrucción de los poros.
Textura ligera: Es fundamental elegir un fotoprotector de textura ligera, oil-free y no comedogénico, para evitar la obstrucción de los poros y la aparición de nuevos brotes.
En algunos casos, puede ser recomendable optar por fotoprotectores con color o fotomaquillajes, ya que ayudan a disimular las imperfecciones y mejoran la apariencia de la piel.
Además de la fotoprotección tópica, se recomienda complementar con fotoprotección oral, a través de suplementos nutricionales, para reforzar la protección desde el interior y prevenir la aparición de manchas y cicatrices.
Es importante recordar que el protector solar debe aplicarse diariamente, incluso en días nublados, sobre la piel limpia y seca, y volver a aplicar cada dos horas, especialmente después de nadar o sudar.