¿Sabías que la piel además de ser el órgano más grande del organismo es también la “frontera” con el entorno? A través de ella nos relacionamos con el medio que nos rodea, pero también gracias a su función barrera nos protegemos del mismo.
La barrera cutánea constituye la primera línea de defensa: controla la permeabilidad, evitando la entrada de sustancias nocivas, evita la pérdida de agua transepidérmica y actúa como obstáculo frente a la entrada de ciertos microorganismos. Cuando hablamos de barrera cutánea, en realidad, nos referimos a 4 barreras funcionales: la barrera física, la química, la inmunitaria y la microbiológica.
4 barreras cutáneas
La barrera física se encuentra en el estrato corneo, la capa más externa de la de la epidermis. Imagina un muro donde los ladrillos serían las células, llamadas corneocitos y el cemento es una mezcla lipídica de ceramidas, colesterol y ácidos grasos. Los corneocitos se unen entre sí por medio de un entramado proteico llamado corneodesmosomas. Esta unión se rompe de forma normal en el proceso de descamación, pero se puede ver alterado también por la acción de agentes externos como la radiación, infecciones. La filagrina, filamentos de queratina y loricrina son componentes que ayudan en esta función protectora. Esta disposición y composición de la capa cornea impide daños estructurales, el paso de agua, de sustancias nocivas y de patógenos.
La barrera química está formada por el factor natural de hidratación y por el manto hidrolipídico que cubre la superficie de la piel. Tiene un pH ácido de 5,5 que permite la supervivencia de la microbiota cutánea propia, además de ayudar al proceso de descamación y autoreparación de la piel. El factor natural de hidratación mantiene la piel reteniendo el agua del interior, pero también la de la atmósfera. Son un conjunto de sustancias provenientes de la degradación celular con afinidad por el agua.
En cuanto a la barrera inmunitaria, podemos decir que las protagonistas aquí son las células de Langerhans que actúan como radares que detectan sustancias y organismos potencialmente dañinos y se las presentan a los linfocitos para que produzcan anticuerpos ante la amenaza.
Por último, la barrera microbiológica. La piel humana normal se encuentra colonizada por múltiples microorganismos que viven en su superficie, que intervienen en la defensa contra las infecciones por medio de interferencia bacteriana, además tienen actividad sobre la degradación de lípidos en la superficie cutánea favoreciendo la función de barrera de la piel.
La piel tiene mecanismos de autoreparación, pero si los daños superan esta capacidad, es cuando se producen las alteraciones en las distintas barreras de la piel, ocasionando distintas afecciones cutáneas. Por eso mismo, para tener una pi, es imprescindible que mantengamos una función barrera óptima.