Las pesadillas, los terrores nocturnos y el sonambulismo son alteraciones del sueño infantil relativamente frecuentes y que, al igual que el sueño cambiado del bebé, requieren atención por parte de los padres. El **Dr. Jesús Garrido (Mi Pediatra Online) **explica en este vídeo en qué consiste cada uno de estos tres fenómenos y cuál es la mejor manera de actuar en cada caso. Lo importante en los terrores nocturnos es no despertar al niño.
Pesadillas, ¿qué hacer si se vuelven frecuentes?
Las pesadillas son sueños que dan miedo al niño. Cuando se despierta, llama a sus padres, que, con su abrazo, le harán sentirse protegido de nuevo y le facilitarán el volverse a dormir.
Tal como explica el Dr. Garrido, estas pesadillas pueden aparecer en edades bastantes tempranas, pero lo más habitual es en torno a los 2-4 años.
Suelen estar muy influenciadas por las experiencias vividas durante el día
Cuando los pequeños reciben más estímulos, su cerebro los elabora y los convierte en sueños más o menos agradables.
«Si un niño empieza a tener muchas pesadillas, hay que repasar si durante el día recibe demasiados estímulos visuales (televisión, dibujos en el móvil, etc.); aunque sean lo más inocente que se pueda imaginar, el niño los elabora en su cerebro y genera esos sueños que hace que se despierte asustado», explica el pediatra.
Terrores nocturnos, ¿qué son y cómo actuar sobre ellos?
Los terrores nocturnos son una variante de las pesadillas. Se diferencian de ellas por el momento en que se producen: las pesadillas suelen aparecer en la segunda parte de la noche (cercanas al despertar), mientras que los terrores nocturnos son típicos de las primeras horas de la noche, durante la fase de sueño profundo, y están relacionados con el sonambulismo.
El sonambulismo es una alteración del sueño en la que el niño aparenta estar despierto y, sin embargo, está en una realidad modificada por el sueño. Dentro de esta realidad alterada, se producen los terrores nocturnos, que tienen un carácter negativo para el bebé.
«Parece que el niño está despierto, podemos verlo incorporado en la cuna o con los ojos abiertos, pero lo que ve en su entorno es una realidad modificada por el sueño, de forma que si los padres se acercan al niño que está llorando, puede no ver a los padres, sino a un desconocido o a un monstruo», explica el Dr. Garrido.
De esta forma, mientras que en la pesadilla el bebé agradece el abrazo de sus padres, en los terrores nocturnos el niño siente aún más pánico cuando los padres intentan acercarse para tranquilizarle.
Es importante no despertar al niño y ocuparse solo de que no se haga daño
Mi Pediatra Online sostiene, además, que el terror nocturno no dejará recuerdo en el niño siempre que este permanezca dormido todo el tiempo. En cambio, si se despierta, lo hará consciente del miedo que ha sentido y estará desorientado.
Despertares programados
No obstante, en niños con terrores nocturnos muy frecuentes, puede aplicarse la técnica de los despertares programados. Normalmente un bebé que se acuesta en torno a las 9 de la noche, tendrá terrores nocturnos sobre las 11:30 o 12 pm. Si los padres todavía no se han acostado, pueden probar a estimularle, moviéndole un poco, sin llegar a despertarlo del todo. «De esta forma, se interrumpe el ciclo del sueño que le llevaba a la fase profunda y el niño enlaza la fase de sueño más superficial con otras fases de sueño normales durante el resto de la noche», indica el Dr. Garrido.
Con el tiempo, irán perdiendo esa facilidad para llegar a la fase de sueño profundo y los terrores nocturnos desaparecen. En caso de que se repitan, se deberá comenzar de nuevo la técnica de los despertares programados.
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