¿Para qué sirven los probióticos en las infecciones vaginales?
Durante el período fértil de la vida, la mayoría de las mujeres sanas presentan una microbiota vaginal dominada por lactobacilos, que emigran a la uretra y la colonizan. Cada mujer alberga un tipo de lactobacilos que son óptimos para ella.
Los lactobacilos producen ácido láctico y agua oxigenada, protegiendo así al aparato urogenital frente a la invasión por organismos patógenos.
La presencia estable de lactobacilos en la vagina es una característica específica de la especie humana; las hembras de las demás especies no presentan microbiota vaginal. Este hecho ha influido notablemente en nuestra evolución. Por ejemplo, permitiendo la receptividad permanente y, con ella, la fertilidad continuada y la eliminación de los períodos de celo característicos de los demás animales.
Probióticos frente a la pérdida de concentración de lactobacilos
Ocasionalmente, puede disminuir la concentración de lactobacilos debido a diversas causas, como:
Las duchas vaginales, que pueden barrerlos.
El uso de anticonceptivos, como los dispositivos intrauterinos y los espermicidas.
Los cambios en la producción de esteroides.
La elevación del pH vaginal durante la regla.
Tras relaciones sexuales frecuentes.
En tratamientos antibióticos o anticancerosos.
La disminución de los lactobacilos es aprovechada por los patógenos para invadir la vagina y la uretra y causar enfermedades como vaginosis, vaginitis bacteriana, vulvovaginitis candidiásica, tricomoniasis e infecciones urinarias.
Estos problemas se solventan mediante el uso de antisépticos y de antibióticos, pero también de probióticos, administrados tanto por vía oral como vaginal.
¿Cómo actúan los probióticos frente a las infecciones vaginales?
Los probióticos son lactobacilos que se introducen en la vagina, se multiplican en ella y producen ácido láctico y agua oxigenada. Estos compuestos atacan a los patógenos, restableciendo las condiciones saludables previas a la infección.
La posología depende de la vía de administración: si se usa la vaginal, el tratamiento ha de extenderse durante una semana aproximadamente, mientras que, si se usa la vía oral, deberá aplicarse, al menos, tres semanas. Es conveniente la aplicación durante tres ciclos consecutivos para minimizar la posibilidad de que se repita la infección.
La acidificación del fluido vaginal que producen los probióticos facilita la recuperación de los lactobacilos autóctonos de la mujer, que vuelven a hacerse predominantes al estar óptimamente adaptados a ella. Esto significa que los probióticos son sustituidos en la vagina por la microbiota natural, una vez que se ha vencido la infección.