Probióticos: ¿medicamentos o suplementos alimenticios? ¿cuál es la diferencia?
Los probióticos, microorganismos vivos que benefician nuestra salud al ser consumidos, a menudo generan confusión sobre su clasificación: ¿son medicamentos o suplementos alimenticios?
Definiendo los términos
La ambigüedad surge de las diferentes definiciones que existen. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define un probiótico como un microorganismo vivo que, consumido en cantidades adecuadas, confiere un beneficio para la salud del consumidor.
Por otro lado, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios define un medicamento como cualquier sustancia o combinación de sustancias que se presenta como poseedora de propiedades para el tratamiento o la prevención de enfermedades. También se consideran medicamentos aquellas sustancias que pueden usarse para restaurar, corregir o modificar las funciones fisiológicas, ejerciendo una acción farmacológica, inmunológica o metabólica.
En cuanto a los suplementos alimenticios, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria los define como fuentes concentradas de nutrientes u otras sustancias que tienen un efecto nutricional o fisiológico. Estos se comercializan en forma de dosis, como cápsulas, pastillas o tabletas.
Probióticos: una clasificación dual
Atendiendo a estas definiciones, los probióticos podrían clasificarse tanto como medicamentos como suplementos alimenticios. De hecho, existen productos probióticos en ambas categorías, aunque es más frecuente encontrarlos como suplementos alimenticios o en alimentos funcionales.
Esta situación se debe a que el productor puede elegir cómo comercializar su producto probiótico. Sin embargo, la elección de una u otra vía (medicamento o suplemento) implica procesos regulatorios muy diferentes.
Comercialización de probióticos: medicamentos vs. suplementos
Si un productor desea comercializar probióticos como medicamentos, debe seguir el procedimiento legal establecido por la legislación vigente, bajo la evaluación de la Agencia Española del Medicamento y la Agencia Europea correspondiente.
En cambio, si se opta por comercializar el probiótico como suplemento alimenticio, el proceso legal es diferente y está regulado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.
Factores que influyen en la clasificación de los probióticos
El marco regulatorio para los suplementos alimenticios y los alimentos es ligeramente más accesible y menos restrictivo que para los medicamentos. Este factor, junto con el vínculo histórico entre los alimentos fermentados y los microorganismos probióticos (las leches fermentadas, por ejemplo, han sido un vehículo tradicional de administración de probióticos), ha influido en que la mayoría de los probióticos en el mercado se comercialicen como suplementos alimenticios.
Además, los consumidores generalmente tienen una buena percepción de los probióticos en el contexto alimentario y los incorporan fácilmente a su dieta diaria. Esta buena aceptación por parte de los consumidores también es un factor importante a considerar en el desarrollo de productos probióticos.
En resumen, la clasificación de un probiótico como medicamento o suplemento alimenticio depende de diversos factores, principalmente regulatorios y comerciales. Es importante que los consumidores sean conscientes de esta diferencia y consulten con un profesional de la salud si tienen dudas sobre qué tipo de probiótico es el más adecuado para sus necesidades.