Hasta mediados del siglo XX no se hicieron los primeros estudios que confirmaron que muchos alimentos, normalmente inocuos para el ser humano, podrían provocar reacciones alérgicas. En estos momentos se estima que hay un millón de españoles que sufre este tipo de alergia y los especialistas recuerdan que la única medida preventiva eficaz para sus afectados es no ingerir ese alimento.
Hoy, entre un 1,4 y un 2,4 por ciento de los españoles adultos tiene alergia a algún alimento, mientras que entre los niños la prevalencia es del 7,5 por ciento. Los alimentos que la causan son diferentes según la región y las costumbres dietéticas. De todas las alergias a alimentos un 30 por ciento lo son a las frutas frescas, especialmente en niños mayores de 14 años. Le siguen los frutos secos (25 por ciento), la leche (20 por ciento), el huevo y el pescado (15 por ciento). Y también, aunque con menos frecuencia, las legumbres, mariscos y crustáceos.
Los alergenos (la parte del alimento que causa la alergia) son generalmente proteínas y pueden causar reacción aunque hayan sido cocinados o tratados, por ejemplo en forma de zumo o yogur. Algunos de estos alergenos son compartidos con otros elementos naturales, como es el caso de los alergenos del látex, también presentes en frutas como el plátano, el kiwi y la castaña.
Síntomas de una reacción alérgica
Los síntomas de una reacción alérgica pueden aparecer entre los primeros minutos que siguen a la ingesta del alimento y la hora siguiente y son muy variables tanto en su intensidad como en su presentación. Entre los síntomas cutáneos, el más común es la urticaria local o generalizada que surge de forma inmediata tras la ingesta del alimento. En cuanto a los síntomas respiratorios, destacan estornudos, picor nasal, mucosidad acuosa con enrojecimiento ocular y/o hinchazón de párpados y más raramente un cuadro de asma. Los síntomas gastrointestinales incluyen vómitos, diarrea y dolores abdominales y, a veces, una irritación roja alrededor de la boca, picor e hinchazón de labios y garganta.
En casos más graves se produce la anafilaxia con síntomas en varios de nuestros sistemas orgánicos que provocan un cuadro grave, siendo extremadamente severos si se asocian con mareo o pérdida de conciencia, lo que se conoce como shock anafiláctico.
Diagnóstico y tratamiento
Según la doctora María Dolores Ibáñez, coordinadora del Comité Científico del reciente Simposium de Alergia celebrado en Bilbao, «cuando existe una relación clara entre la ingestión del alimento y la aparición de síntomas como urticaria, vómitos, diarrea o síntomas respiratorios, se debe sospechar que dichos síntomas han sido causados por el alimento implicado».
Pero para confirmar la alergia, es necesario realizar pruebas cutáneas o análisis de sangre y seguir la historia clínica de forma meticulosa. De momento, explica la doctora Ibáñez, «el único tratamiento preventivo eficaz es evitar la exposición al alimento al que se es alérgico». Aunque esta especialista lamenta que a veces se pueden ingerir proteínas alergénicas de manera inadvertida, en productos manufacturados o comida prefabricada.
Por ello, los pacientes alérgicos deben leer cuidadosamente el etiquetado de todos los alimentos para evitar la ingestión de proteínas a las que son alérgicos, sobre todo los niños. Y en caso de sufrir una reacción alérgica aguda, deben acudir al centro médico más cercano para que se les administre el tratamiento más adecuado.
Manipulación genética: esperanza y cautela
«La manipulación genética de los alimentos podrá reducir o eliminar la cantidad de alergenos que se encuentran de forma natural en los alimentos», opina la doctora Montserrat Fernández Rivas, alergóloga del Hospital Fundación Alcorcón de Madrid. Los alimentos transgénicos se obtienen tras una manipulación genética que modifica sus características para obtener un nuevo beneficio. Mientras algunas investigaciones tienden a añadir más propiedades nutricionales al alimento, o incluirle vacunas, en este campo se trabaja para la eliminación de los alergenos.
Pero ello no es una tarea fácil, según la doctora Fernández Rivas, la dificultad de la creación de alimentos transgénicos que además sean hipoalergénicos «radica en la efectiva eliminación de las proteínas que inducen la reacción alérgica», puesto que si se eliminan algunas proteínas fundamentales «el alimento no sobreviría o sería incomestible».
Aunque la biotecnología que da lugar a los alimentos transgénicos también podría multiplicar los problemas derivados de las alergias, ya que al obtener nuevos alimentos a través de la manipulación genética, introduciendo nuevas proteínas que originalmente no contenían, puede hacer que esos productos provoquen alergia. Para evitarlo, según esta alergóloga madrileña, «los alimentos modificados genéticamente deben llevar identificados correctamente todos sus componentes en su etiquetado para prevenir cualquier reacción alérgica».
Prevenir la alergia
Las alergias alimentarias son mucho más frecuentes en la infancia, ya que en los primeros años de vida se introducen la mayoría de alimentos potencialmente alergénicos. Los expertos reunidos en el Simposium dieron una serie de recomendaciones para prevenir su aparición: alimentar al recién nacido con lactancia materna al menos durante los seis primeros meses de vida; evitar la administración de biberones con fórmulas adaptadas en los primeros días si luego el niño va a ser alimentado con lactancia natural; evitar los biberones esporádicos mientras dure la lactancia materna; posponer la introducción de alimentos sólidos hasta los seis meses; retrasar hasta después del año la ingestión de los productos más alergénicos como el huevo y el pescado.
Por lo general, explica la doctora Elena Alonso, especialista del Gregorio Marañón de Madrid, «la alergia a los alimentos en la infancia tiende a desaparecer con la edad, si bien esto no sucede de la misma manera, ni con la misma rapidez con todos los alimentos». Acudir a un alergólogo que controle regularmente su evolución es vital, pues «la necesidad de tener un diagnóstico riguroso y actualizado, sin exclusiones innecesarias y la frecuente asociación de la alergia a alimentos con otras enfermedades alérgicas como asma, hacen necesario que ante síntomas sugestivos de alergia sea prioritario acudir a la consulta de un alergólogo», concluye la doctora Alonso.
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