Alerta por el riesgo de deshidratación y de sufrir golpes de calor

03Ago. 09

Expertos del Observatorio Hidratación y Salud (OHS) han alertado del riesgo de padecer trastornos de salud, como deshidratación o "golpes de calor", provocados por las altas temperaturas. Para prevenirlos, recomiendan ingerir bebidas variadas en cantidades pequeñas, pero con frecuencia.

El riesgo de sufrir un golpe de calor o una deshidratación severa es especialmente alto en ancianos, deportistas, embarazadas, niños, enfermos crónicos y trabajadores al aire libre. Las altas temperaturas, la humedad y la actividad física provocan una importante pérdida de líquido en nuestro organismo, a través del sudor. Si no se compensan con una ingesta continua de bebidas o alimentos ricos en agua, la pérdida de líquidos puede ser mucho mayor y generar un desequilibrio hídrico.

Los síntomas de alerta de una posible deshidratación grave son muy diversos. Entre ellos están, por ejemplo, dolor de cabeza, mareos, vómitos, disminución del rendimiento físico y mental, fatiga, aumento del ritmo cardíaco, aumento de la temperatura corporal, cansancio, alteración de la presión sanguínea, vértigo y desvanecimiento al levantarse, dificultad de concentración, apatía, debilidad o fallo en la función renal. En los casos más extremos puede provocar delirio o inconsciencia.

Si se trata de un golpe de calor muy fuerte, producido por la exposición directa y prolongada al sol, puede provocar incluso la muerte. Se produce por un fallo de los mecanismos de regulación de la temperatura corporal y cuando el exceso de temperatura sobrepasa la capacidad de adaptación del cuerpo a la situación ambiental, desaparece la sudoración -el sudor es la forma natural del cuerpo de reducir su temperatura- y se alcanzan los 40 o 41 grados.

La hidratación es fundamental para la gran mayoría de funciones del organismo. Es indispensable para desarrollar procesos fisiológicos básicos, como la digestión, el transporte de nutrientes y la eliminación de desechos a través de heces y orina. También interviene en casi todos los órganos del cuerpo y, por ejemplo, favorece el buen funcionamiento de los riñones y el buen estado de la piel.

Cuando llega el verano y aumenta el calor, el cuerpo pierde líquidos de forma continua, ya sea por el sudor, las heces, la orina o la respiración. Si no se reponen estas pérdidas fijas, el cuerpo tiene que recurrir a las reservas que hay en el interior de las células, perjudicándolas. Por ello, los expertos del Observatorio Hidratación y Salud (OHS) recomiendan ingerir frecuentemente y en pequeñas cantidades una gran diversidad de bebidas. Además, aconsejan el consumo de alimentos ricos en agua durante el verano y evitar el alcohol, ya que su efecto diurético elimina más líquidos.