Estos son sólo algunos de los temas que el psiquiatra Luis Rojas Marcos trata en su último libro, Nuestra Felicidad. La idea de escribir sobre la felicidad surgió durante una charla con unos amigos en el Central Park de Nueva York. Mientras dialogaban sobre el papel "que han jugado los hechiceros, las curanderas, las adivinas y los profetas a la hora de definir los males de su época y fomentar la buenaventura entre sus adeptos y clientes", tal y como explica en su libro, sus amigos le preguntaron si se atrevería a explicar sus ideas "sobre la felicidad en el mundo que hoy vivimos". Nuestra Felicidad es el resultado de esa propuesta.
Rojas Marcos se declara convencido de que «todos los seres humanos, mayores, pequeños, hombres o mujeres, buscamos la felicidad». De hecho, la mayoría de las personas, dicen sentirse felices la mayor parte del tiempo. Según un estudio, «entre el 65 y el 85 por ciento de las personas dicen sentirse satisfechas con la vida». Estas cifras «sorprenden a mucha gente pero, si se fijan, no puede ser de otra forma», explica este psiquiatra. «Nuestra especie, que según los expertos tiene 400.000 años, no hubiera podido sobrevivir sin que la mayoría de sus miembros no sintieran que la vida merece la pena, porque sino ya nos hubiéramos autodestruido, hubiéramos perdido la motivación para procrear y nuestra especie no hubiera avanzado de forma tan espectacular», explica, por lo que «no es difícil comprender que la mayoría de personas se sientan satisfechas con la vida y que piensen que la vida tiene sentido».
Para ejemplificar este idea Rojas Marcos recurre a un simil. «De la misma manera que cuando nos deslumbramos con una piedra preciosa no se nos ocurre pensar que esa piedra preciosa debe su belleza a millones de años de compresión en la roca, pues cuando nos sentimos felices tampoco se nos ocurre pensar que una gran parte de nuestro sentimiento también viene de hace miles de años, que es el fruto de una evolución, el fruto de una serie de acontecimientos, el fruto del trabajo, las ideas, la creatividad y el ingenio de muchos hombres y mujeres», explica este psiquiatra.
Partiendo de la idea de que la felicidad es un término que se refiere a un estado de ánimo positivo, cada uno de nosotros, a la hora de hablar o escribir sobre la felicidad, lo relacionamos con otros conceptos como son «la libertad, la sabiduría, la creatividad, la belleza, la salud mental, la gracia divina, el amor, la amistad, la solidaridad o la justicia social», comenta Rojas Marcos. «Cada uno explicamos la felicidad de una forma, pero en el fondo, cuando nos sentimos felices, identificamos muy bien ese sentimiento», es decir, «lo llamamos de otra forma pero sabemos lo que es la felicidad cuando la sentimos», añade.
¿Quiénes son más felices, los hombres o las mujeres?
El reparto de la felicidad es otro de los temas que aborda este psiquiatra. ¿Quiénes son más felices, los jóvenes o los mayores? ¿Puede el dinero comprar la felicidad? ¿Son las mujeres más felices que los hombres o por el contrario es el hombre más dichoso en su vida que la mujer? Rojas Marcos opina que «los hombres y las mujeres tienen el mismo nivel de satisfacción con la vida». Si analizamos la historia de la mujer podemos considerar que es contradictorio, ya que ha sido una historia «deprimente hasta cierto punto, una historia de opresión y de discriminación». Pero se entiende que ambos sexos sean igualmente felices si tenemos en cuenta que «para empezar, la mujer, cuando utiliza la comparación para medir su nivel de bienestar, se compara con otras mujeres y que, en segundo lugar, la mujer, como pasa con el hombre, cuando mide su satisfacción con la vida utiliza ingredientes que son característicos del sexo femenino, por ejemplo, su vínculo con la vida, su antipatía con la violencia, no creen en general en las jerarquías y creen en un bienestar pragmático».
Lo mismo pasa con la edad, explica Rojas Macos. «Pensamos que los adolescentes no pueden ser felices. ¿Un adolescente feliz? Imposible. ¿Una persona mayor feliz? No, imposible». Mucha gente puede pensar que las personas que están en edades como la adolescencia o la tercera edad son infelices y, sin embargo, no es así. «Los adolescentes dan un nivel de satisfacción con la vida en general tan alto como las personas mayores o tan alto como los que estamos entremedias. Y la razón es la misma. El adolescente cuando mide su felicidad piensa en su identidad, en su imagen con respecto al grupo que le rodea, en su nivel de autonomía de los padres, en su capacidad física e intelectual». La persona mayor, por lo general, suele pensar «en la salud, en la seguridad económica», aunque las ideas religiosas son importantes también. Por otro lado, Rojas Marcos afirma que «el dinero no da la felicidad», a no ser que se trate de personas muy pobres, «en las que sí más dinero compra más felicidad».
Talante optimista
«Las personas satisfechas con la vida son personas que gozan de una autoestima positiva, se valoran a sí mismas. Son personas que sienten que tienen un control sobre su vida, un control razonable. Hay situaciones en la vida que no controlamos, pero la persona dichosa suele pensar que tiene un cierto control sobre su vida. Son personas optimistas». Con estas palabras define Rojas Marcos las características de una personalidad dichosa. Pero, exactamente ¿cómo se comporta una persona optimista?. Este psiquiatra explica que los optimistas «ven los aspectos positivos de las cosas, sin negar los negativos». En este sentido explica, según un estudio, que «los optimistas tienden a evaluar más los aspectos negativos de las cosas que los pesimistas evalúan lo positivo». En el capítulo que dedica en su libro a hablar sobre este tema, Rojar Marcos señala que «la mejor pista para poder discernir, con algún grado de certeza, si una persona es dichosa consiste en saber en qué medida posee los tres ingredientes de la personalidad feliz: una autoestima favorable unida al sentido de controlar razonablemente su propia vida, un talante optimista y comunicativo, y una buena capacidad para adaptarse a los cambios y superar los retos que impone periódicamente la existencia».
Los ladrones de la felicidad: dolor, miedo, odio y depresión
El dolor, «que en teoría es una alarma positiva porque nos avisa de una avería que hay en el cuerpo», explica Rojas Marcos, es uno de los posibles ladrones de la dicha. El dolor puede llegar a un extremo donde interfiere con la felicidad. Otro de los posibles ladrones de la felicidad, según este psiquiatra, es el miedo. «Está el miedo real, la persona que piensa que su vida está en peligro, como puede ser la mujer que está a punto de ser violada, el niño que sufre de malos tratos continuos o el joven que está en una situación de guerra». Y también existe el miedo psicológico, «una persona que sufre ataques de pánico, de ansiedad crónica, de obsesiones». «El terror llevado a un extremo es incompatible con la felicidad», opina Rojas Marcos. El tercer ladrón es el odio. «No me refiero a un odio pasajero, sino a las personas que dedican su vida a vengarse, a odiar». Y finalmente, Rojas Marcos señala como el peor amigo de la felicidad a la depresión. «Es el peor de todos porque nos roba la esperanza. Y sin esperanza es muy difícil ser feliz.»
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