07May. 02
El desarrollo de un tumor y el inicio de su tratamiento provocan trastornos en la alimentación de los pacientes que lo sufren. Vigilar la dieta de los enfermos oncológicos debería formar parte del tratamiento, ya que los problemas nutricionales influyen negativamente sobre el pronóstico de la enfermedad.
El doctor Luis Enríquez Acosta, de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética Hospitalaria del Complejo Hospitalario de Cáceres, es uno de los especialistas que participaron en el Simposio organizado por la Asociación Española Contra el Cáncer. El doctor Enríquez opina que es necesario que se incluya la nutrición como parte integrada del tratamiento desde el primer diagnóstico de la enfermedad.
El soporte nutricional se establecerá en cada caso en función de las características del tumor y de las necesidades de cada paciente. La personalización de la dieta es importante porque parte de los pacientes tiene más de 50 años y presenta otra patología que requiere atención dietética como la diabetes o hiperlipemia. En la mayoría de enfermos de cáncer se da una pérdida de peso y algunos presentan caquexia. Según este experto, estos problemas están originados por el propio tumor, que produce alteraciones metabólicas y energéticas y aumenta la necesidad de macronutrientes y energía.
Los tratamientos oncológicos con quimioterapia, radioterapia y cirugía también influyen significativamente en la modificación de los hábitos alimenticios del paciente. «Dicho tratamiento tiene una serie de efectos secundarios que contribuyen a aumentar la anorexia o falta de apetito y que van a influir sobre la alimentación de esa persona», afirma el doctor Enríquez. Algunos de los efectos de este tipo de terapias son boca seca, odinofagia, náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento. Dada la dificultad de pedir al enfermo con estas molestias que aumente la cantidad de alimentos ingeridos, hay que buscar alternativas para que aumente el aporte energético con la misma cantidad de alimentos.
El objetivo del programa dietético no es engordar al paciente sino mejorar su estado nutricional, ya que con ello mejora su capacidad de respuesta, su calidad de vida y el pronóstico de su enfermedad. Parece evidente que si empeora la calidad nutricional el estado de salud general se resentirá, una tesis en la que ha profundizado un estudio comparativo realizado en Estados Unidos. En este estudio se analizaron diversos factores del paciente oncológico y se observó que cuanto más peso perdía el afectado peor respondía al tratamiento y peor era el pronóstico de la enfermedad.
Por las características de los enfermos de cáncer, en la práctica es difícil cubrir las necesidades energéticas. El doctor Enríquez recomienda que los pacientes ingieran alimentos energéticos y proteicos, repartidos en diferentes comidas pero que sumen a lo largo el día de seis a ocho ingestas. Esta indicación puede cubrirse de distintas formas. Si el paciente tiene apetito se le dan suplementos y alimentos enriquecidos como leche (condensada o en polvo) o miel, una manera de aumentar el aporte calórico sin aumentar la cantidad de alimentos que toma. En caso que el paciente presente anorexia, el doctor señala que se puede recurrir a suplementos artificiales, que tienen poco volumen pero son ricos en proteínas, hidratos de carbono y grasas.
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