El Alzheimer es una de las enfermedades mentales más jóvenes, los especialistas comenzaron a tener conocimientos de ella en el año 1981. Desde entonces se han intentado conseguir fórmulas para realizar un diagnóstico médico precoz. Varios expertos en esta patología destacan como ideas básicas para su diagnóstico: no confundir los síntomas que provoca esta enfermedad con los derivados de la edad y potenciar el papel del médico de familia a la hora de tratar a los enfermos de Alzheimer.
Aproximadamente el 4,5 por ciento de las personas mayores de 65 años sufren de Alzheimer. La edad es uno de los factores de riesgo de esta patología, teniendo en cuenta la curva de prevalencia por edades, ésta es de un 0,5 por ciento a los 65, pero a los 90 años alcanza ya el 25%. Para Antonio Lobo, miembro del servicio de Psicosomática y Psiquiatría de Enlace del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, «la edad es el factor de riesgo más importante; a los noventa años, ocho de cada cien individuos desarrollará la enfermedad en el periodo de tiempo de un año».
El síntoma inicial de la enfermedad es la pérdida de memoria, uso inapropiado de las palabras, desorientación en el espacio, falta de juicio, a estos factores les siguen trastornos de la personalidad, de la conducta y del comportamiento cotidiano de la persona. «Todo esto debe poner en guardia al médico de familia que es el primero que entra en contacto con el paciente. Cuanto antes se pueda diagnosticar la enfermedad mucho mejor», apunta Martínez Lage, neurólogo y profesor de la Universidad de Navarra.
Sin embargo, para Rogelio Altisent, médico de familia y coordinador del centro de salud ACTUR SUR de Zaragoza, «al médico de familia lo que le interesa es ganar la partida al Alzheimer. Su función consiste en cuidar a los pacientes en las primeras fases de la enfermedad, enseñarle a convivir pacíficamente con su deterioro y procurar también que la familia supere la enfermedad lo mejor posible».
Diagnóstico
Para detectar los síntomas de Alzheimer existen dos tipos de cuestionarios: el test del informador, dedicado a detectar si una persona se ha deteriorado o no en el ámbito cotidiano, y el miniexamen, en el que se valora la pérdida cognitiva del paciente. En cuanto a hallar el factor genético que determine qué personas tienen más posibilidades de sufrir Alzheimer en un futuro, Rafael Oliva, jefe del servicio genético del Hospital Clínico de Barcelona, afirma que «la genética es muy predictiva, pero en estos momentos sólo podemos hablar, como mucho, de riesgo a sufrir la enfermedad. Pero seguimos buscando factores de riesgo genético que puedan predisponer a las personas a tener esta patología, buscamos dianas terapéuticas».
«Lo que sí se ha podido comprobar genéticamente es que la mitad de los enfermos de Alzheimer tiene un alelo 4 del gen de la Apolipoproteína E, aunque con esto todavía estamos hablando de factores de riesgo. No así con las mutaciones de genes concretos, la presenilina 1 o 2, en el que podemos decir que tiene un 95% de penetración, en este caso sí que podemos hablar ya de consejo genético», señala Oliva.
Para la realización de un diagnóstico precoz tienen que participar diferentes especialistas: neurólogos, geriatras, psiquiatras. Éstos son los encargados de ordenar algunas de las pruebas específicas que pueden aportar luz sobre el diagnóstico. Para el doctor Rogelio Altisent los exámenes a los que se tendría que someter a los pacientes serían una prueba de imagen (una resonancia magnética) y la utilización de biomarcadores, aunque estos últimos todavía no pueden utilizarse. «Utilizando el criterio neurosicológico, la imagen, el biomarcador y sobre todo el criterio clínico del especialista se podrá determinar el diagnóstico más o menos fiable de la enfermedad. Pero si el trabajo del especialista es útil, sin la voluntad y la capacitación del médico de familia esto sería un fracaso», afirma el doctor Martínez Lage.
Para Antonio Lobo «la decisión clínica es una decisión de sentido común más que del resultado de test o de exámenes clínicos. Hasta que se dé la prueba biológica que determine cuándo comienza la enfermedad será el criterio del médico el que determine el diagnóstico». El doctor Martínez Lage asegura que los síntomas del Alzheimer no son fáciles de determinar de forma precoz, «el criterio de demencia que repercute en la vida cotidiana de las personas comienza a ser relativamente obsoleto porque estos síntomas tan evidentes no ayudan a descubrir la enfermedad desde el inicio». El doctor Rogelio Altisent considera que «la prevención sigue siendo una promesa, seguimos teniendo pocos argumentos a la hora de hacer diagnóstico precoz. Para eso es muy importante el trabajo en equipo entre el médico de familia, la enfermera, la familia y los especialistas».
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