Expertos reunidos en Madrid alertan de que la malnutrición en la tercera edad es un problema de primera magnitud en nuestro país. En el encuentro también se dieron consejos para promover, desde las residencias geriátricas, una correcta alimentación.
Un diez por ciento de los ancianos en España padece malnutrición, mientras que la mitad de los ancianos en residencias geriátricas también tienen problemas nutricionales, alertaron los especialistas reunidos en el II Curso de Nutrición para Residencias Geriátricas celebrado en Madrid.
Según los datos presentados en la reunión, el cinco por ciento de los ancianos españoles vive en residencias geriátricas, en las que es habitual un descenso del peso corporal. Si esta pérdida es importante y llega al 10 por ciento del peso habitual en un periodo de seis meses, aumenta incluso el riesgo de mortalidad de los ancianos.
Para los especialistas reunidos, este problema es de primera magnitud y tiene varios orígenes. Según el doctor Pedro Pablo García Luna, Jefe de la Unidad de Nutrición del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, «a medida que se van cumpliendo años, surgen alteraciones en la fisiología de las personas y aparecen ciertos cambios en su comportamiento natural que conllevan una merma en su capacidad para alimentarse correctamente».
Los problemas para ingerir alimentos en personas ancianas hacen que empeoren sus enfermedades, se sientan desganados y apáticos, a la vez que se agravan los problemas derivados de la escasa movilidad como úlceras y las alteraciones mentales de tipo menor como la pérdida de memoria.
Necesidades nutricionales de los ancianos
Según José Antonio Serra, Jefe del Servicio de Geriatría del Gregorio Marañón y también coordinador del curso, los requerimientos nutricionales de las personas mayores sanas son similares a las de los jóvenes y deben basarse en la dieta mediterránea, con abundante fruta, verdura, pescado y fibra. Su dieta debe aportar las calorías necesarias para mantener el peso ideal e incorporar una ingesta de 2,5 litros de líquidos al día, además de un gran aporte de calcio y vitamina D para combatir la osteoporosis.
Cuando la persona anciana sufre alguna enfermedad que le impide comer de todo y alimentarse, los especialistas reunidos explicaron que es necesario adaptar el tipo de alimentación a la patología, ya sea a través de la cocina tradicional si el paciente puede tragar y digerir correctamente, mediante purés o espesantes que le permitan digerir más fácilmente o a través de módulos enriquecedores que proporcionen los nutrientes necesarios sin modificar el sabor de la comida.
En pacientes que no pueden (o no quieren) ingerir todo lo que necesitan para su correcta nutrición, los especialistas recordaron la existencia de suplementos nutricionales y nuevos sistemas para hacer llegar los alimentos al organismo que perjudican menos a la calidad de vida del anciano, por lo que es recomendable pedir consejo a un especialista médico.
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