La artrosis afecta casi exclusivamente a las personas mayores, por lo que, más que de enfermedad podría hablarse de un proceso de envejecimiento o desgaste natural de las articulaciones. La artrosis concretamente daña los cartílagos, uno de los tejidos de las articulaciones, lo que a la larga ocasionará dolor e incluso la pérdida del movimiento normal de las mismas.
Si bien la artrosis puede presentarse en cualquier articulación, lo más habitual es que aparezca en los dedos de la mano, el pulgar, las rodillas, las caderas y la columna cervical o lumbar.
La artrosis afecta al cartílago, que funciona como una especie de almohadilla en la unión de dos huesos y gracias a la cual el contacto entre los huesos es suave y el rozamiento pequeño. La articulación se cierra con una cápsula que contiene el llamado líquido sinovial, que llena el espacio articular y que tiene la misión de lubrificar la articulación y alimentar el cartílago. A su vez, los ligamentos, tendones y músculos impiden la separación de los dos huesos y permiten que se muevan hacia la dirección indicada.
Cuando la artrosis aparece, el cartílago sufre los primeros efectos. La zona superficial se hincha, se hace más blanda y pierde elasticidad. Paulatinamente se va erosionando y con el tiempo se desgasta hasta desaparecer, dejando que los huesos contacten entre sí. Mientras tanto, los huesos responden a este proceso creciendo por los lados, llegando la articulación a deformarse. Por último, el líquido sinovial es más abundante, menos viscoso y lubrifica menos. Además, al intentar eliminar los fragmentos de cartílago que se han desprendido y que flotan libres en la cavidad articular, fragmentos que originan inflamaciones, se acelera la destrucción del cartílago.
Si el cartílago llega a desaparecer totalmente, el proceso es ya irreversible y la gravedad de la enfermedad aumenta. Mientras no llegue a este extremo, mediante la terapia adecuada se puede recuperar el cartílago, siendo reversible el trastorno. Aunque aún no existe un tratamiento que evite la artrosis, sí se puede limitar considerablemente la enfermedad, con lo que el paciente puede llevar en la mayoría de los casos una vida prácticamente normal.
Causas y síntomas de la artrosis
Existen diversas causas que favorecen la artrosis y a menudo se confunden en la misma persona. La principal es el envejecimento, lo que se traduce en el desgaste de las articualciones a causa de los años de uso junto a una menor capacidad de regenerar los tejidos. En algunos tipos de artrosis, en especial la de manos, los factores hereditarios juegan un papel importante, sobre todo en las mujeres.
La obesidad es otra causa importante en la artrosis de rodilla y cadera, pues son partes del cuerpo que deben sufrir el exceso de peso. Condiciones especiales, como piernas torcidas o que una sea más larga que la otra, producen mayor desgaste de las articulaciones debido a la sobrecarga que los miembros afectados soportan. El hecho de haber sufrido fracturas, golpes importantes o inflamaciones en las articulaciones predispone a una alteración mayor del cartílago. También cabe mencionar que profesiones determinadas pueden desencadenar artrosis tempranas localizadas en lugares poco frecuentes. Los jugadores de balonmano las sufren en el hombro, los futbolistas en las rodillas, los trabajadores con martillo neumático en los codos, los labradores en los nudillos, etc.
Los síntomas de la enfermedad se presentan de un modo lento y gradual. Los primeros dolores aparecen cuando las articulaciones trabajan y cesan cuando descansan, aunque al avanzar la artrosis, el dolor se hace continuo y se altera la movilidad normal de la articulación, causando más dolor aún. En determinados tipos de artrosis, los síntomas adquieren características típicas. Por ejemplo, en la de manos, el dolor y las inflamaciones primeras son sustituidas por la aparición de pequeños bultos duros (nódulos) consecuencia del crecimiento de los huesos que hay debajo.
Diagnóstico y tratamiento
A veces, diagnosticar artrosis es relativamente sencillo, después de una exploración médica. Aún así existen procedimientos concretos para conocer el alcance de la enfermedad, como la aspiración del líquido articular, las radiografías o los análisis de sangre (para eliminar otras posibles patologías). Como en la actualidad no se puede curar la artrosis, el tratamiento trata de limitar sus efectos. Existen distintos tipos de estrategias, generalmente combinadas:
1º Corregir factores desencadenantes o agravantes: Obesidad, piernas torcidas, algunas profesiones, etc.
2º Proteger las articulaciones: En este caso hay que evitar someter las articulaciones afectadas a sobrecargas o los movimientos que causan dolor. El paciente debe aprender cuales son sus límites e intentar emplear otras articulaciones en lugar de la dañada.
3º Practicar ejercicio: Siempre que sea moderado y que no cause dolor, de lo contrario aceleraría el deterioro. Se recomienda la natación, los paseos suaves o los ejercicios en el suelo pues sirven para mantener el movimiento articular y fortalecer los músculos de la zona.
4º Técnicas de frío y calor: Para aliviar el dolor y la rigidez, el frío o el calor local, según las personas, son muy útiles, ya sea mediante duchas, paños calientes, mantas, etc.
5º Medicamentos: Empleados contra el dolor, destacan los analgésicos y antiinflamatorios. Si el dolor es fuerte, el médico puede inyectar cortisona en las articulaciones dañadas.
6º Cirugía: Por último, en aquellos casos graves, se puede optar por implantar una prótesis en el lugar de la articulación destruida. Las más usuales son las de cadera o rodilla. A veces se emplea esta técnica para artrosis precoces o para evitar su aparición.
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