Aumentan las alergias cutáneas

28Ago. 08

Entre las causas del incremento de la prevalencia de la alergia cutánea (principalmente la dermatitis atópica o de contacto y la urticaria) en la población europea, los expertos apuntan al uso -o abuso, en ocasiones- de productos de higiene corporal que pueden ser agresivos para el manto protector de la piel, así como la utilización de numerosos productos con perfumes, como desodorantes o cremas, que constituyen potenciales riesgos para la piel.

«Las alteraciones en la piel constituyen un grupo de patologías importante en la práctica clínica, especialmente por la asiduidad con que se presenta en la población general y porque, con cierta frecuencia provocan procesos crónicos o irreversibles». Así lo aseguraba la doctora Consuelo Martínez Cócera, miembro del comité organizador del XXVII Congreso de la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica (EAACI), celebrado recientemente en Barcelona.

Entre las causas del incremento de la prevalencia de la alergia cutánea (principalmente la dermatitis atópica o de contacto y la urticaria) en la población europea, los expertos apuntan al uso -o abuso, en ocasiones- de productos de higiene corporal que pueden ser agresivos para el manto protector de la piel, así como la utilización de numerosos productos con perfumes, como desodorantes o cremas, que constituyen potenciales riesgos para la piel. Asimismo, la automedicación, el mal uso de antibióticos o el incorrecto cumplimiento de un tratamiento, puede favorecer, a juicio de los médicos, la aparición de manifestaciones cutáneas alérgicas.

Calidad de vida

La principal característica común en los pacientes afectos por una alergia cutánea es el deterioro en su calidad de vida. Esta situación se produce principalmente en el caso de los pacientes con urticaria y angioedema familiar, que representan el 50 por ciento de todos los procesos de alergias cutáneas. De todas las patologías vistas por el alergólogo, la urticaria es la enfermedad con mayor impacto en la calidad de vida y la que requiere más visitas a los servicios de urgencias.

«Los pacientes con urticaria y/o angioedema perciben que su calidad de vida es, en términos físicos, peor que la del 75 por ciento de las personas de su misma edad y sexo, y en términos psíquicos, inferior a la del 80 por ciento», explicó la doctora Marta Ferrer, directora del Departamento de Alergología e Inmunología Clínica de la Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra. «En gran parte, ello se debe al deterioro del aspecto físico propio de la enfermedad (lesiones cutáneas visibles) y, por tanto, a las alteraciones en su vida social que ello produce; la duración de sus síntomas y la falta, en muchos casos, de una causa conocida. En este caso, la ausencia de un diagnóstico certero les lleva a buscar una solución a su afección recurriendo a múltiples médicos: de asistencia primaria, servicios de urgencia, dermatólogos, alergólogos y, en ocasiones a medicinas alternativas», comentó la experta.

Por lo que respecta a la dermatitis atópica, nos enfrentamos a una enfermedad con una elevada carga económica y social, debido a su carácter crónico y su comienzo en edades muy tempranas; con una alta prevalencia, cada vez mayor en los países más industrializados; y que requiere de una supervisión y cuidados constantes. Por ejemplo, en pacientes infantiles esta patología puede llegar a afectar al desarrollo de la vida diaria, en cuanto al colegio o práctica de deportes se refiere. También la vida social puede verse perturbada debido a las alteraciones estéticas, sufrimiento por aparición inesperada de brotes o incapacidad funcional para realizar ciertas actividades debido al picor y/o dolor. «Los cambios de temperatura o cualquier sustancia irritante pueden empeorar las manifestaciones de la dermatitis atópica. Así, en el caso de los niños que realizan deporte no se recomienda el contacto prolongado con agua o ejercicio que provoque una sudoración excesiva y aumente la sensación de picor», subrayó la doctora Martínez Cócera.

Por otro lado, es necesario tener en cuenta que en menores, la dermatitis atópica suele preceder a la aparición de la rinitis y asma alérgico, lo que se conoce en Alergología como «marcha alérgica». «Por tanto, es fundamental que todos los niños con esta afección estén controlados por especialistas a fin de tomar medidas preventivas e iniciar prontamente el tratamiento específico ante la aparición de los primeros síntomas respiratorios», advirtió la doctora.

Estudio alergológico: clave del diagnóstico

Los especialistas indican que realizar un estudio alergológico del paciente con reacción cutánea, permite esclarecer los mecanismos alergológicos o detectar patologías relacionadas, lo que mejora la evolución de la enfermedad y disminuye las complicaciones.

En este sentido, la doctora Martínez Cócera indicó: «En el diagnóstico de las enfermedades cutáneas inmediatas (urticaria, angioedema) empleamos habitualmente las pruebas cutáneas de prick e intracutáneas buscando diferentes alergenos responsables (alimentos, medicamentos, parásitos, látex, etc.). Mientras que al estudiar una urticaria crónica, con frecuencia, debemos tener en cuenta que se deben descartar otros padecimientos sistémicos sin desencadenante alergológico mediante diferentes estudios bioquímicos, serológicos e incluso radiológicos».

La especialista añadió que en el caso de reacciones retardadas como el eccema de contacto o algunas reacciones alérgicas por medicamentos se emplean las pruebas epicutáneas. Éstas consisten en colocar unos parches, generalmente en la espalda, que se retiran tras varios días para conocer la reacción presentada en la zona de aplicación.

En los casos de dermatitis de contacto, el estudio alergológico tiene un alto porcentaje de resultados relevantes en un 70-80 por ciento de los pacientes. No obstante, en ocasiones es preciso emplear pruebas de diagnóstico adicionales según el tipo de problema presentado o la ocupación del paciente. Esto aumenta el porcentaje de resultados positivos.

Respecto a los casos de urticaria crónica, los métodos de diagnóstico para detectar el origen inmunológico responsable o la existencia de otras patologías no alérgicas han mejorado en los últimos años. «Aún así -aseguró la doctora Ferrer- un 75 por ciento de estas reacciones se etiquetan como idiopáticas o de causa no conocida».

Tratamiento

Las primeras medidas que debemos tomar ante una reacción cutánea son extremar el cuidado de la piel manteniéndola correctamente hidratada, y evitar las sustancias que puedan aumentar la irritación, así como el rascado de la zona afectada. Mientras, en las reacciones más severas se debe emplear un tratamiento farmacológico, habitualmente medicamentos antihistamínicos y corticoides capaces de controlar los síntomas (irritación y picor).

Ante la dermatitis atópica, las recomendaciones generales son no bañar a los niños en exceso y mantener la piel hidratada por medio de lociones específicas para evitar la inflamación. Hasta la fecha, el tratamiento para esta alteración se ha basado en la aplicación de cremas con corticoides. Sin embargo, debido a los múltiples efectos adversos que poseen estos medicamentos en su aplicación pediátrica, en los últimos años, la investigación en este campo ha dado como resultado otros fármacos como son los denominados inmunomoduladores (tacrolimus y pimecrolimus). Estos medicamentos, de uso tópico, cuentan con un mecanismo más selectivo que los corticoides y, aunque no presentan efectos secundarios, no deben aplicarse por debajo de los dos años.

«En el caso de la urticaria -explica la doctora Ferrer-, cuando no puede evitarse el desencadenante, el tratamiento se basa en el empleo de antihistamínicos. En ocasiones, las urticarias físicas son rebeldes a los tratamientos y difíciles de controlar, por lo que si la respuesta no es adecuada, se pueden aumentar las dosis o asociarse dos y considerar el uso de corticoides sistémicos a dosis muy bajas durante un tiempo limitado y siempre bajo prescripción médica».