De los seis millones de españoles que consumen un tipo de antiinflamatorios, los no esteroideos, uno de cada cuatro acaban sufriendo efectos adversos gástricos por su uso. Pero la situación es más grave para la incuantificable cantidad de personas que se autorecetan este tipo de medicamentos sin la supervisión de un médico que controle sus efectos secundarios.
El Estudio Episer que acaba de hacer público la Sociedad Española de Reumatología estima que el consumo de los antiinflamatorios tradicionales podría provocar en nuestro país unas 120.000 úlceras y unas 40.000 hemorragias digestivas. A consecuencia de estos problemas gastrointestinales derivados de su uso, 55.000 personas cada año dejan su trabajo al menos un día, y 40.000 necesitan ingresar en un hospital.
Según el coordinador de este estudio, el doctor Pere Benito, los factores de riesgo para que un paciente sufra efectos adversos por ingesta de antiinflamatorios tradicionales son «el tener más de 65 años (lo que cuadriplicaría el riesgo), el tener antecedentes de problemas digestivos, el asociar el tratamiento a corticoides, el uso de dosis altas o de dos antiiflamatorios o el uso simultáneo de anticoagulantes como la aspirina».
En cuanto al riesgo de accidentes cerebrovasculares, apuntados también por recientes estudios científicos, «todavía no queda claro si estos antiinflamatorios son los culpables, pues no está claro el significado de los datos obtenidos, así que ahora se están revisando y completando», explica el doctor Jordi Carbonell, Presidente de la Sociedad Catalana de Reumatología.
Tipos de complicaciones gástricas
El estudio Episer calcula que hasta un tres por ciento de los consumidores de antiinflamatorios no esteroideos desarrollan con el tiempo una complicación gastroduodenal clínicamente relevante, como úlcera sintomática, hemorragia digestiva alta o perforación. Además, estos pacientes presentan un riesgo de hospitalización o fallecimiento a consecuencia de una complicación gastrointestinal cinco veces superior al de una persona que no los consume regularmente. También se ha demostrado que el riesgo de desarrollar problemas gastrointestinales se mantiene varios meses después de haber abandonado su uso.
La SER cree que éste es «un problema médico, económico y sanitario de primer orden». Los especialistas médicos conocen toda la información necesaria para recetarlos, controlando los posibles efectos en el sistema gástrico del paciente, pero la automedicación sin ninguna supervisión médica puede provocar gravísimos efectos secundarios si el paciente abusa.
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