Las mujeres sufren más la denominada cara de fumador, que se caracteriza por tener más arrugas, más marcadas, una piel grisácea con poca luminosidad y más atrofiada que la que correspondería a una persona no fumadora de la misma edad.
Hay muchas y conocidas razones por las que una persona debería dejar de fumar: los riesgos para su salud y las personas de su entorno, el gasto económico que supone, el empeoramiento de su calidad de vida.
Pero además, el tabaco influye de forma muy negativa en nuestro aspecto físico ya que es uno de los principales agresores externos de nuestra piel.
Tanto el acto de fumar como los componentes del tabaco, entre ellos la nicotina, favorecen la formación de arrugas en todo el rostro. Las primeras en aparecer son las de los labios y los ojos (patas de gallo), debido a la acción repetida de fruncir la boca y entrecerrar los ojos mientras se inhala el humo del cigarrillo.
«Estas pueden surgir de forma prematura en personas de entre 25 y 30 años que llevan una media de 10 años fumando», comenta el Dr. José Luis Vila Moriente, vicepresidente de la Sociedad Gallega de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SGCPRE).
«Al fumar se contraen los vasos sanguíneos, con lo que se reducen los flujos de sangre y oxígeno a la piel, esenciales para mantener una epidermis sana. Esto provoca la aparición de arrugas que dan a los fumadores, especialmente las mujeres, un aspecto mucho más avejentado que el de otras personas que no fuman».
Las personas que llevan más de 10 años fumando son fácilmente reconocibles por dermatólogos y cirujanos plásticos y estéticos. «Es lo que denominamos «cara del fumador», con más arrugas, más marcadas, una piel más grisácea, menos luminosa y más atrofiada», comenta el Dr. Vila.
Otras de las consecuencias derivadas de este hábito son los problemas de cicatrización de los fumadores. En cirugías que requieren anestesias generales y en consecuencia la intubación del paciente, pueden aparecer problemas derivados de las secreciones características de los fumadores.
Del mismo modo, para anestesias locales, siempre se recomienda dejar de fumar, aunque sea de forma transitoria, para ayudar al cuerpo a cicatrizar.
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