Clase Magistral del premio Nobel de Medicina 1959, Arthur Kornberg

El premio Nobel de Medicina del año 1959 recayó en las figuras de Severo Ochoa y Arthur Kornberg por su investigación y descubrimiento de la biosíntesis del DNA y el RNA.

El premio Nobel de Medicina del año 1959 recayó en las figuras de Severo Ochoa y Arthur Kornberg por su investigación y descubrimiento de la biosíntesis del ADN y el ARN. El doctor Kornberg dio la lección Santiago Ramón y Cajal que imparte regularmente la facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona y abordó diferentes temas relacionados con su especialidad, la biotecnología. El premio Nobel del año 59 fue compartido junto con el doctor Severo Ochoa, premiado por el descubrimiento de la enzima polinucleotidofosforilasa en la bacteria Escherichia coli. Paralelamente, el doctor Kornberg purificó y caracterizó la ADN polimerasa I, una enzima que cataliza la unión de nucleótidos a las cadenas de polinucleótidos del nuevo ADN que se forma. Más adelante, en 1967, el profesor Kornberg y su equipo conseguían la síntesis artificial del primer ADN viral, es decir, la creación del primer virus activo en laboratorio, el PhiX174.

Arthur Kornberg es un fiel defensor de la relevancia de la investigación como motor de los grandes avances del futuro y muchas veces se ha manifestado respecto a la difícil situación del científico para combinar los descubrimientos científicos con la comercialización de estos. Respecto a este tema, el doctor Kornberg afirmó que «la base para el desarrollo de la biotecnología proviene de los laboratorios académicos, pero se necesitan laboratorios con fines comerciales para desarrollar los descubrimientos, es necesaria la comercialización de la biotecnología». También mencionó la situación de la biotecnología en España, afirmando que «la ciencia se ha convertido en global, y España debe competir en este mercado. Debe proveer a sus científicos de laboratorios y recursos para compartir ideas y descubrimientos. El Gobierno español debería proveer los recursos para obtener una ciencia de primer clase».

Otro de los puntos que suscitó cierto interés fue todo aquello relacionado con la reciente secuenciación del genoma humano y sus posibles aplicaciones. Respecto a este tema, el doctor Kornberg opinó que se estaba exagerando con el tema del genoma, ya que «el descubrimiento es notable en cuanto a sus aplicaciones clínicas», pero que ha sido amplificado por los mismos científicos ya que «conocemos los genes pero no conocemos ni cómo interactúan ni las aplicaciones de estas interacciones. La progenómica todavía tiene que conocer a fondo estas interacciones». A la pregunta de si en un futuro conviviríamos con hombres clonados, respondió tajantemente que «ningún científico serio se pondría a clonar a seres humanos. La clonación es ideal para poder clonar órganos que más adelante se trasplanten en el paciente, pero la clonación humana es imposible». En cambio, el doctor Kornberg se mostró a favor de la modificación genética de los alimentos ya que supondría «gran calidad y cantidad a muy bajo precio, y los alimentos transgénicos no suponen ningún peligro para el ser humano, sería una ayuda enorme para los países del tercer mundo».

El doctor Kornberg fue premio Nobel el mismo año y en la misma disciplina que el doctor Severo Ochoa. Su relación fue de constante colaboración y en palabras del doctor Kornberg, el doctor Ochoa «tenía la característica principal de los grandes investigadores que es resistir a la adversidad, como lo fueron en su momento la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. Ochoa desarrolló su ciencia en medio de estos momentos difíciles».

Las aportaciones de estos relevantes científicos, Ochoa y Kornberg, han sido determinantes para comprender y profundizar en los mecanismos moleculares en genética, con el aislamiento y estudio de la función biológica de enzimas claves en la fisiología celular, que suponen auténticos puntos de partida de sofisticadas técnicas de secuenciación y clonación en la actualidad. Averiguar el proceso de ensamblaje de los nucleótidos y conocer cómo se transmite la información genética de generación en generación ha sido una aportación revolucionaria en ciencia básica, sobre todo para ampliar los horizontes de la investigación genética molecular, ingeniería genética, biomedicina y otros escenarios de la ciencia actual.