05Sep. 05
Variedad, cantidad y equilibrio en la dieta, son los aspectos a tener en cuenta para prevenir la obesidad, sin olvidarnos de la práctica de actividad física, aspectos en los que toda la comunidad científica coincide. Sin embargo, según un artículo publicado en Food Today que recoge la EUFIC, el tipo y cantidad de carbohidratos necesarios, la relevancia de las proteínas y cantidad de calorías necesarias son aspectos que continúan a debate para prevenir una de las enfermedades del siglo XXI.
A medida que las cinturas europeas se van ensanchando, la investigación sobre la dieta óptima para perder peso y mantenerse delgado prosigue. Como en todas las áreas de estudio, las ideas evolucionan y se desarrollan por derroteros insospechados, lo que a menudo hace que se cuestionen hechos comúnmente aceptados.
En otros tiempos, cuando se consumían muchas calorías, era posible alimentarse con prácticamente cualquier régimen alimentario y permanecer delgado. Actualmente el problema reside en que muchas personas son extremadamente sedentarias, lo que conlleva que ingerir una cantidad de alimentos relativamente moderada constituya una sobrealimentación. Así, es fácil preparar comidas sabrosas y saciantes para una persona activa que necesite unas 2.500 calorías al día. Mientras que es bastante más difícil preparar comidas sabrosas y saciantes para una persona que sólo necesite 1.800. Por esta razón, los científicos se centran en descubrir el modo de aumentar el poder saciante de la dieta, para que nos sintamos llenos con menos calorías.
¿Cómo puede aumentarse el poder saciante de la dieta? Las principales áreas de debate al respecto se centran en el índice glucémico, por un lado, que permite medir la tasa de absorción de los carbohidratos en el organismo, y en el debate de si se deberían consumir más proteínas o menos.
Respecto al índice glucémico (IG), desde hace varios años se utiliza como herramienta para evaluar la rapidez con la que el organismo digiere y absorbe los alimentos que contienen carbohidratos. Así, los carbohidratos de digestión lenta tienen un IG bajo y se consideran más «saciantes», mientras que los carbohidratos de digestión rápida tienen un IG alto y sacian menos.
Sin embargo, en la vida real consumimos los alimentos como parte de una comida, no por separado. De hecho, los primeros estudios indicaban que el IG predice, con una precisión razonable, las respuestas relativas de glucosa en sangre frente a platos compuestos de ingredientes del mismo tipo, pero con fuentes de carbohidratos diferentes. Sin embargo, los últimos hallazgos cuestionan esta afirmación y sugieren que, al ingerir una comida, no existe ninguna relación entre el IG de los alimentos por separado y el efecto general de la comida en el organismo. En este sentido, por ejemplo, la adición de pequeñas cantidades de grasa inhibe el vaciado del estómago y ralentiza enormemente la digestión. Quizás el IG no sea el mejor modo de determinar cómo afectan los carbohidratos a las sensaciones de hambre y saciedad.
¿Existe una proporción ideal de grasas?
Otro gran tema de debate es la proporción de grasas, carbohidratos y proteínas que debe contener la dieta. Uno de los mayores estudios multicéntricos realizados en Europa reveló que, en situación de libertad, los sujetos con sobrepeso que comían tanto como querían, pero siguiendo una dieta de bajo contenido en grasas y alto contenido en carbohidratos, perdían peso de forma espontánea. El hecho de que los carbohidratos de la dieta procedieran del almidón o del azúcar no tenía importancia: todos los sujetos perdieron peso.
Por otra parte, cabe preguntarse qué ocurre con la proporción de proteínas. A consecuencia de la dieta de Atkins , el papel de las proteínas ha cobrado relevancia. Se sabe que las proteínas tienen una acción rápida y eficaz de inhibición de la sensación de hambre. Sin embargo, los consejos actuales relativos al control del peso prescriben una dieta con un contenido moderado en proteínas, reducido en grasas y elevado en carbohidratos. Así, para las personas activas, es posible que lo ideal sea seguir una dieta con un contenido alto de carbohidratos, ya que éstos son el combustible favorito de unos músculos activos; sin embargo, para los más sedentarios, puede ser más indicada una dieta en la cual parte de los carbohidratos se sustituya por proteínas (aunque sin llegar a los niveles de la dieta de Atkins).
A fin de confirmar esta hipótesis, se está planificando actualmente un proyecto de la UE a gran escala en el que se compararán dietas adelgazantes con contenidos de proteínas elevados y reducidos.
Ejercicio físico, la clave para prevenir la obesidad
Todo el mundo coincide en que mantenerse delgado sería mucho más fácil si fuéramos más activos. No se trata de ir al gimnasio o correr todas las mañanas, sino de incorporar en la rutina diaria alguna actividad como caminar o montar en bicicleta. De este modo, una persona puede consumir más calorías sin ganar ni un kilo. Seguir una dieta con un contenido reducido de grasas continúa siendo el consejo más indicado; asimismo, según el EUFIC, cabe recomendar moderación y variedad en los alimentos, y que se tome fruta, verdura, carne magra, cereales integrales y productos lácteos que el organismo necesita.
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