Cómo volver de vacaciones sin deprimirse en el intento

05Sep. 05

¿Notas cómo la rutina acecha sin que puedas hacer nada al respecto? ¿Te sientes más triste, más apático y crees que no vas a poder aguantar otro primer día de trabajo después de un mes de libertad absoluta? Quizá no lo sepas, pero puedes estar sufriendo una depresión post-vacacional. Conoce que síntomas son los habituales, qué puedes hacer para remediarlo y a qué puede ser debido.

Has estado un mes de viaje, en un país diferente, viendo nuevos lugares y nuevas gentes que durante un período de tiempo te han ayudado a evadirte. O quizá has estado en un rincón perdido, rodeado de naturaleza, sin ningún signo de civilización a menos de 30 kilómetros a la redonda. Igual eres de los que se han pasado el verano en la playa, saliendo de noche y durmiendo de día, disfrutando de la brisa marina y de la sal. Pero todo se ha acabado y la vuelta al trabajo te espera, y te sientes deprimido, sin ganas de hacer nada, quieres volver a tu vida vacacional. Es probable que no te des cuenta, pero quizá estés sufriendo lo que los psicólogos llaman depresión post-vacacional. Se trata de una depresión transitoria, muy común entre las personas que acaban de pasar un período de descanso y que deben reemprender sus obligaciones cotidianas.

Según Amparo Belloch, psicóloga y presidenta de la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP), la depresión post-vacacional aparece cuando «algunas personas experimentan sentimientos de disforia, es decir, no estar a gusto consigo mismo, no estar a gusto con la tarea que realizan, no tener ganas de emprender una actividad o de reemprender la que dejaron antes de las vacaciones». De hecho, importa poco la época en que se tomen las vacaciones; lo que importa es que se ha pasado un tiempo alejado de las responsabilidades de cada día y se han cambiado los hábitos, a veces demasiado rutinarios, que hemos ido asimilando durante nuestra vida cotidiana.

En cierta manera, esta depresión post-vacacional sucede a menor escala cada fin de semana, pero es menos grave porque la duración del descanso es menor. ¿Pero cuáles son los síntomas? Según Belloch, «algunas personas presentan estados de intranquilidad, de disgustos, de estar un poco más tristes de lo normal, incluso a veces están más ansiosos, más nerviosos, y en algún caso más cansados que antes del período de descanso.» un dato que a primera vista parece contradictorio, pero que toma sentido si tenemos en cuenta que no sólo hemos descansado, si no que hemos cambiado de vida durante un mes y volvemos a cambiarla otra vez. «Estos cambios de ritmo no son agradables para algunas personas, pero todo depende del tipo de trabajo que uno haga», afirma Belloch.

Según la psicóloga, el grado de satisfacción laboral influye muchísimo en este tipo de depresión: «si a uno le encanta el trabajo que hace, las vacaciones pueden resultarle un aburrimiento y puede llegar a suceder lo contrario, tener una depresión vacacional, la persona tiene demasiadas horas por delante y no sabe qué hacer con ellas», declara Belloch.

Los niños tampoco se escapan. En este caso, son los que más notan este cambio dado que su período de descanso es mucho mayor: » hay niños que los primeros días de regreso al cole les encanta, sobretodo porque algunas veces en los últimos días de sus vacaciones no han sabido qué hacer porque sus padres ya trabajan, pero hay otros niños que les asusta estar otra vez en el colegio, porque si en casa están más libres, porque hacen lo que quieren y no tienen ninguna obligación, aunque los niños lo superan con más rapidez que los adultos», nos explica la psicóloga.

La depresión post-vacacional esta íntimamente ligada con el interés que la persona tenga por su trabajo. Si se considera el trabajo como un castigo, como una obligación en que se depende de otras personas y no de uno mismo como en las vacaciones, es mucho más probable que se padezca una depresión.

Para evitarla, lo mejor es, según Amparo Belloch, «plantearse de la forma más racional posible el periodo de descanso donde uno sigue su propia vida y sus propias normas, asumiendo que el trabajo es importante, y que se deben asumir las necesidades de una persona adulta. Todo se basa en racionalizar la situación».