En nuestro país existen más de dos millones de personas diabéticas, de las cuales el 90 por ciento padece diabetes de tipo 2 o no insulinodependiente.
Este grupo de pacientes diabéticos produce insulina correctamente, pero su organismo no es capaz de utilizarla de forma correcta o no la produce en cantidad suficiente. El origen de esta resistencia a la insulina es variado, pero siempre se trata de una combinación de factores genéticos y un estilo de vida poco saludable, con una dieta inapropiada, sedentarismo y obesidad. Este tipo de pacientes suele conocer su enfermedad a partir de los 40 años.
Por otro lado, la diabetes de tipo 1, o insulinodependiente, es una enfermedad del sistema inmune, que destruye por error las células que producen la insulina. Por ello, los afectados por diabetes de tipo 1 deben administrarse cada día insulina para poder vivir. Los afectados suelen descubrirlo antes de cumplir los 30 años o durante su niñez.
La insulina es una hormona producida por el páncreas que permite que la glucosa pueda ser utilizada por las células para crear energía. Con una insulina defectuosa o insuficiente, la glucosa se acumula en las células provocando una serie de síntomas: orinar más de lo habitual, tener mucha sed y apetito, boca seca o perder peso de forma considerable a pesar de llevar una dieta normal.
La cura, hoy más cerca
La investigación con células madre ha conseguido esperanzadores resultados para la diabetes. En el tratamiento de la diabetes tipo 1, el menos frecuente pero más incapacitante, el transplante de islotes pancreáticos es una técnica en experimentación que ha conseguido prometedores resultados.
Según los primeros estudios, permite independizarse de la insulina a casi el cien por cien de los pacientes tratados. Pero los científicos piden prudencia: aún no se conocen los efectos a largo plazo de este transplante. En el Hospital Carlos Haya de Málaga se está llevando a cabo el primer estudio en pacientes diabéticos con esta técnica.
Diabetes en el embarazo
La diabetes gestacional ocurre en mujeres embarazadas y puede controlarse con dieta y ejercicio. Normalmente desaparece tras dar a luz, pero revela en la madre un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2 en el futuro.
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