Cuidado de la mujer en el siglo XXI, por una salud integral

Se está produciendo un cambio de mentalidad tanto en los ginecólogos como en las mujeres en relación al concepto de "salud de la mujer". La consulta de ginecología ya no es sólo un lugar donde consultar los problemas ginecológicos, sino que la mujer también viene a buscar cuidados de prevención y promoción de la salud, comenta en esta entrevista la doctora María Jesús Cancelo, del Servicio de Ginecología del Hospital Universitario de Guadalajara. "Cada vez está más arraigada la idea de hacer una medicina integral, ya no sólo por parte del profesional sanitario, sino que también la mujer lo demanda en las consultas", explica la doctora Cancelo.

P regunta.- ¿Muestra la mujer en las consultas de ginecología una preocupación especial por su salud reproductiva?

Respuesta.- La salud reproductiva es muy importante en la salud de la mujer en las diferentes etapas de su vida. Si hacemos un recorrido por estas etapas, observamos que las mujeres jóvenes se interesan sobre todo por la anticoncepción y por las enfermedades de transmisión sexual. En la edad adulta el control del embarazo y el parto son la base fundamental de las consultas de ginecología. Y en edades más avanzadas, quizás es la patología ginecológica y la prevención del cáncer lo que más buscan las mujeres. Es cierto que hay un aspecto de prevención fundamentalmente basado en el tema del cáncer, sobre todo en el de mama y el ginecológico. Esto hace que la mujer tenga interés en hacer una prevención de toda su salud, no sólo del aspecto ginecológico sino también de otras patologías, como puede ser el cáncer, y otras más lejanas como la osteoporosis. De hecho, nos encontramos con mujeres que vienen a la consulta a demandar información y a que veamos cómo están sus huesos.

P.- ¿Podemos decir entonces que la mujer se preocupa cada vez más de forma integral por su salud?

R: Yo creo que sí, que poco a poco la mujer va tomando más conciencia de que una consulta de ginecología es un lugar donde puede acudir, no sólo a solucionar sus problemas ginecológicos médicos, sino también a buscar cuidados de prevención. Este cambio de mentalidad no sólo lo ha realizado la mujer, sino que también el ginecólogo está cambiando ese concepto y cada vez la tendencia es mayor a ver a la mujer como un todo y no sólo como un aparato reproductivo. Los ginecólogos tenemos que cuidar sus huesos, su tensión, incluso aspectos como su sexualidad, es decir que cada vez esa idea de hacer una medicina integral está más arraigada no sólo en el profesional sanitario sino también en la mujer, y eso es lo que ella demanda en las consultas.

P.- ¿Es la mujer una paciente informada, es decir, conoce su patología y los tratamientos que se le proponen?

R: Hay mujeres que sí tienen información, aunque esa información no siempre es la adecuada, porque aunque cada vez más los medios de comunicación amplían los conocimientos sanitarios de la población, a veces esa información procesada por la mujer puede tener conceptos erróneos sobre la fisiopatología, o sobre cómo se ha producido la enfermedad, o sobre las posibilidades terapéuticas que tiene. Hay mujeres que sí conocen más o menos esas determinadas patologías o el motivo por el que acude a la consulta, pero la verdad es que la mayoría de las mujeres no tienen una información correcta o adecuada de los procesos ginecológicas. Pero nuestra labor en la consulta, por una parte, es informar correctamente de su patología y, por supuesto, de las posibilidades terapéuticas que le podemos ofrecer.

P.- ¿Se interesa la mujer por conocer en profundidad su enfermedad?

R: Por supuesto, esa es quizás la norma general. Son muy pocas las pacientes que prefieren no conocer en qué consiste su patología y cerrar la vista a su proceso patológico. Esta es una actitud absolutamente respetable, pero son muy pocas las mujeres que toman esa actitud. La mayoría de ellas indaga, pregunta e investiga sobre su patología intentando conocer cuáles son las causas, cuál es el curso de esa enfermedad y, por supuesto, las opciones terapéuticas.

P.- Ante consejos médicos preventivos, por ejemplo, adoptar hábitos de vida saludable, como pueden ser realizar una dieta equilibrada, hacer ejercicio físico o dejar de fumar. ¿Toma la mujer en consideración estos consejos y, por tanto, realiza un cambio en su estilo de vida?

R: Yo aquí diferenciaría dos grupos de mujeres. Por una parte, las mujeres sanas y, por otra, las que tienen una patología. Las mujeres que tienen una patología, como podría ser la diabetes o hipertensión, sí que van a hacer caso de aquellos consejos que se le da en la consulta porque, de alguna manera, se están intentando curar de una enfermedad. El problema se centra más en las mujeres sanas. Y esto no es una percepción nuestra sino que existen trabajos y estudios en los que se constata cómo esos consejos que damos en la consulta en cuanto a dieta, a ejercicio y a evitar hábitos tóxicos, tienen una repercusión ligera sobre estas mujeres. Es decir que en las mujeres sanas estos consejos sí se perciben como algo positivo, en el sentido que el médico se preocupa por su salud y le dice las cosas que debe y que no debe hacer, pero luego, que realmente se hagan o no se hagan, según estos estudios, los resultados son desalentadores porque son pocas las mujeres que en definitiva sí van a hacer caso a todos esos consejos. En este sentido, también hay que decir que influye mucho la manera cómo se realicen los consejos. Así, si se invierte una cantidad de tiempo importante en explicar esos consejos y además se apoya de un soporte de papel (se le pueda dar una información por escrito), o se pueden hacer revisiones más seguidas para ver los resultados, sí pueden tener una mayor repercusión positiva. En cambio, si simplemente nos limitamos a decir en la consulta «deje de fumar o haga más ejercicio», simplemente verbalizándolo, pues realmente la repercusión que va a tener en la mujer va a ser más bien escasa.

P.- ¿Considera que la mujer se preocupa más por la salud de su familia que por la suya propia?

R: Yo creo que sí. No cabe duda que la responsable de la salud de una familia en estos momentos es la mujer y que muchas veces antepone la salud, e incluso los cuidados que tiene que hacer a su familia, a su propia salud. Hay veces que a una mujer le decimos que tiene que operarse o que tiene que ingresar y a veces dicen que no pueden en ese momento porque tienen que atender a otra persona. Es decir, que en muchos casos sí que anteponen el cuidado de su familia a su propia salud. Esto lo vemos cada día en la consulta.

P.- ¿En qué medida es la mujer capaz de cambiar los hábitos de vida de su familia?

R: No cabe duda que la responsable de la salud de una familia es la mujer, y si la mujer tiene claro cuáles son esos hábitos saludables, los trasmitirá a sus hijos y a su entorno. Ella es habitualmente la que cocina, o por lo menos la que plantea la alimentación que se va a hacer en una familia, y si la mujer conoce los hábitos saludables será capaz de trasmitirlos a su familia, al igual que los beneficios del ejercicio o la importancia de abandonar los hábitos tóxicos. Es decir, ella es la que se responsabiliza de esos cuidados. Pero para que ella pueda hacerlo tiene que ser consciente y tiene que conocer cuáles son las dietas saludables y cuáles son los aspectos positivos y negativos de determinados hábitos dietéticos y de salud. Por eso, en mi opinión, lo fundamental es acercar esas enseñanzas a las mujeres porque ellas son las que lo van a trasmitir al resto del núcleo familiar.

P.- ¿Qué papel desarrolla realmente el padre de familia en la atención y el cuidado de la salud de los hijos?

R: Quizás con la incorporación de la mujer al mundo laboral ha tenido que haber un cierto reparto de tareas, pero a pesar de ese reparto, la salud de la familia sigue corriendo a cargo de la mujer, tanto en el aspecto terapéutico (en el sentido de que es ella quién detecta las enfermedades y es la encargada de llevar a los niños al médico cuando enferman), como en las medidas preventivas (ya que ella es también la encargada de los hábitos higiénico- dietéticos y del tema de vacunaciones de los niños, por ejemplo). Por su parte, el marido o la pareja juega un papel secundario, es decir, la pareja llevará el niño al médico cuando la mujer no pueda hacerlo o se quedará sin ir a trabajar para cuidar a un hijo cuando la mujer no pueda hacerlo. En estos momentos, yo creo que en el cuidado de la salud de la familia el hombre realiza un papel muy secundario. En el núcleo familiar claramente es la mujer la que lleva la carga de esa asistencia y el marido podríamos decir que es un colaborador.

P.- ¿En qué momentos de la vida de la mujer debe su pareja desempeñar un papel importante respecto a la salud de ella?

R: Hay momentos en los que, debido a que el hombre está totalmente implicado, debería tomar cierto partido en las decisiones que se hagan respecto a la salud de la mujer. Por ejemplo, la anticoncepción. Éste es un campo que claramente es de dos pero, sin embargo, la mujer viene sola a las consultas y muy raramente viene acompañada de su pareja. Otro momento en el que deben compartir la preocupación por la salud de la mujer es el embarazo. En este periodo sí que vemos una colaboración mayor aunque dentro del embarazo hay aspectos, como las ecografías, a las que sí asisten todos los papas (porque claro, es muy atractivo ver al niño en el monitor) pero luego en las consultas periódicas la cosa es diferente. Por supuesto el momento del parto es otro momento en el que el varón también está presente y da su colaboración. Pero todo lo demás, es decir, cuando se trata de patología ginecológica o de prevención del cáncer no es habitual que el hombre tome una participación activa en acudir a las consultas o en preguntar e informarse sobre la patología que tiene su mujer. Pero en cuanto a la salud general o por lo menos la ginecologica, en la que hay momentos que claramente debería estar muy implicado, la participación de la pareja es un poco escasa.