Cuidado de las varices, cuidado de la salud

11Mar. 02

La herencia, el embarazo, la obesidad, la menopausia, el estreñimiento o la ropa demasiado ajustada propician la aparición de varices, un problema muy frecuente en la sociedad actual y que hay que tratar para evitar problemas serios de salud. Estas son algunas de las conclusiones del último Informe Técnico del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.

Las varices son venas dilatadas que dificultan el retorno de la sangre de las piernas al corazón. Las causas básicas de su desarrollo se desconocen, no así sus consecuencias, pues en determinados casos las varices pueden ser invalidantes e interferir en la capacidad laboral de las personas que las sufren.

El diez por ciento de los adultos españoles padece varices, lo que supone que 2,5 millones de personas están afectadas. Se trata de un problema que puede manifestarse desde la infancia y para el que es necesario un tratamiento para evitar el desarrollo de otras enfermedades derivadas.

¿Cómo aparece una variz?

La sangre que asciende desde las piernas hasta el corazón lo hace en sentido contrario a la gravedad. Para ello, las venas de las extremidades cuentan con unas válvulas que impiden que la sangre que asciende retorne. En los pacientes afectados por varices, estas válvulas están obstruidas y dificultan el ascenso de la sangre. Esto produce un aumento de la presión que hace que las venas poco a poco se vayan dilatando.

Los síntomas de las varices son dolor, hormigueos y picores en las piernas. En casos más pronunciados las varices pueden provocar la hinchazón de los tobillos hacia el final del día. Las medidas terapéuticas que se adoptan una vez detectadas las varices no garantizan que no vuelvan a aparecer, no obstante, los especialistas aconsejan su tratamiento para evitar su desarrollo con el paso del tiempo y otros problemas de salud.

El tratamiento

Personas que han presentado complicaciones como sangrado, úlceras o varicoflebitis (inflamación de las venas) suelen ser candidatos directos a la cirugía. En cambio, aquellas que desean una intervención por cuestiones estéticas deben tener en cuenta que, aunque se trata de una intervención sin mayores dificultades, puede conllevar riesgos y posibles secuelas.

El tratamiento inicial de las varices no complicadas suele comprender la adquisición de hábitos de vida y medidas posturales, la compresión elástica y, en ocasiones, determinadas medicaciones. Si este tratamiento no sirve para eliminar molestias o se entrevén complicaciones, el médico puede plantearse un tratamiento quirúrgico.

Existen dos tipos de tratamientos quirúrgicos para las varices: el clásico y la Cura Hemodinámica de la Insuficiencia Venosa de forma Ambulatoria (CHIVA). El tratamiento quirúrgico clásico consiste en la extracción de aquellas varices y venas superficiales que funcionan anómalamente. Se hace a través de mínimas incisiones y bajo anestesia general o epidural. Aunque es la técnica más extendida, comporta algunas complicaciones locales que pueden acabar en lesiones de nervios cercanos a las venas tratadas.

El método CHIVA pretende dar una solución más centrada en la causa de los cortocircuitos venosos que se asocian a las varices. Un estudio ecográfico preoperatorio ofrece al cirujano un mapa de éstos en la extremidad. A continuación, se procede a desconectarlos de forma estratégica para que, durante los primeros meses después de la operación, la deambulación activa del paciente consiga que las venas dilatadas recuperen su calibre normal. Los primeros días después de someterse a la operación desaparecen los síntomas de pesadez, picor y dolor, no obstante, sus resultado a largo plazo todavía se desconocen de forma exhaustiva.

Las personas que padezcan de varices dilatadas han de someterse a tratamiento, pues las varices pueden complicarse con una trombosis (un coágulo en las venas que a veces puede incluso desprenderse y producir una embolia pulmonar), una ruptura de la variz que provoque una hemorragia, o alteraciones en la piel, que se oscurece y se hace más delgada, pudiendo aparecer úlceras.

Prevención: Algunos consejos

La obesidad, determinados estados hormonales, el estreñimiento, la anticoncepción oral o la herencia (aunque lo que se hereda es la predisposición a que aparezcan) pueden facilitar la formación de varices. También pueden provocar su aparición estar mucho tiempo sentado con las piernas cruzadas, estar mucho tiempo de pie o con las piernas inmóviles, usar ropa demasiado ajustada, estar en ambientes que expongan a las piernas a un calor excesivo o llevar una dieta con exceso de grasas, dulces y sal.

Para prevenir su aparición se deben seguir consejos como procurar que las piernas queden un poco más elevadas que la cabeza al acostarnos, o colocarlas en alto al sentarse, hacer deportes al aire libre (lo mejor es caminar, la carrera suave, la natación y la bicicleta), decirle adiós al tacón alto y apuntarse a una dieta equilibrada rica en fibra. En la prevención y el tratamiento está la clave para que las varices no deriven con el tiempo en un problema para el bienestar físico de la persona afectada.