Este nuevo espacio contará con 4.500 metros cuadrados dedicados a un gran centro de día para personas mayores, de atención a enfermos terminales, atención domiciliaria y de formación para personas enfermas y sus familiares con escasos recursos o socialmente desfavorecidas.
El Centro de Cuidados Laguna contará también con unidades de cuidados paliativos a domicilio, una escuela de formación de cuidadores dirigida a profesionales, familiares de los pacientes y voluntarios y una unidad de ingreso, entre otros servicios. El equipamiento es pionero en cuanto a sus dimensiones y servicios prestados y nace, según sus artífices, como respuesta al aumento de la población envejecida.
Aunque el envejecimiento no es el único problema, en opinión del doctor Carlos Centeno Cortés, oncólogo miembro del comité científico del centro y del Consejo Directivo de la Asociación Europea de Cuidados Paliativos, «también ha evolucionado nuestra sociedad, antes cada persona mayor era cuidada en su casa por su familia, marido, mujer, hijos o hijos políticos». Sin embargo, «ahora sus familiares están trabajando, tienen obligaciones insolubles, en una estructura de trabajo que les impide volver al mediodía a casa, y las personas mayores están solas».
Este especialista lamenta que este problema «no está resuelto en España, aunque lo intentamos, mientras que en otros países sí que hay medidas como bajas por cuidados de un familiar, ayudas económicas para contratar a alguien que cuide a ese familiar», añade.
Así, el Centro Laguna pretende complementar las prestaciones ofrecidas por otros servicios sociales de carácter público e instituciones socio-sanitarias para mejorar la calidad de vida de estas personas mayores, enfermos terminales y sus familiares o cuidadoras. «No es que el sistema público de salud no les atienda», matiza el doctor Centeno, «pero quizás no ha evolucionado lo suficiente, quizás haga falta una mayor coordinación de recursos, poner a su disposición más especialistas en algunos casos, trabajar más en equipo, ya que estos pacientes tienen muchas necesidades y es lo que intentaremos hacer en el centro».
Enseñar a cuidar
El centro atenderá a dos tipos de enfermos: el enfermo terminal de cualquier edad y las personas mayores. En el caso de los primeros, detalla el doctor Centeno «suelen ser por cáncer o bien otras patologías cardiovasculares, respiratorias o enfermedades renales, y tienen entre 55 y 60 años». En cuanto a las personas mayores con patologías crónicas, «suelen tener una edad superior, entre 60 y 70 años, y las enfermedades de las que están afectados con más frecuencia son las neurodegenerativas, demencias y, sobre todo, el Alzheimer».
Actualmente, un 20 por ciento de los 300.000 habitantes del distrito Latina de la capital pertenece a la tercera edad, y muchos de ellos están afectados de enfermedades neurodegenerativas (Parkinson, Alzheimer, demencia) o terminales. El barrio de Lucero, donde se instalará el centro, cuenta también con numerosas personas mayores con escasos recursos económicos que se podrán beneficiar de este equipamiento.
Dar una formación a los cuidadores y familiares de los pacientes también será una de las actividades importantes ya que, según el doctor Centeno, «nos encontramos con que a veces la enfermedad sobrepasa a la familia, pero con algunos elementos de información, la familia podría asumir mejor el cuidado de esos pacientes, por ejemplo explicándoles cómo movilizarles, temas de higiene, qué situaciones son preocupantes, a quien recurrir, cómo interpretar a un paciente sin función cognitiva, como interpretar sus quejas», por ello, el centro dedicará bastante tiempo a «enseñar a cuidar», concluye el doctor Centeno.
La importancia del voluntariado
A la espera de un concierto con el sistema público de salud, el centro se encuentra ahora formando a un buen número de especialistas en cuidados paliativos y reclutando voluntariado, que incluye no sólo personal sanitario, sino de todo tipo. «Cuando hablamos con los familiares, todos respondían inmediatamente que contáramos con ellos» agradece el doctor Centeno, quien añade que sin embargo, son necesarios muchos más voluntarios, «no necesitamos para cuidar, sino también para muchas tareas: he visto incluso en otros países, voluntarios que cuidan el jardín y reparten una flor en la bandeja de la comida de cada paciente. Quizás esa persona sería incapaz de poder hablar con un enfermo terminal, pero hay muchas cosas por hacer para mejorar la calidad de vida y el cuidado de esos pacientes».
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