14Nov. 00
Pérdida de fuerza de medio cuerpo, dificultad para hablar o entender, pérdida brusca de visión en un ojo o dolor de cabeza intenso pueden ser algunos de los síntomas que alerten de la posibilidad de padecer un ictus o infarto cerebral.
A pesar de que el ictus representa en el mundo occidental la tercera causa de muerte y la segunda en España, «el 40 por ciento de la población no sabe decir ni un solo síntoma de este problema cerebrovascular y un tercio de los pacientes no sabe decir ni un solo factor de riesgo que pueda conducir a estas enfermedades», alerta el doctor Ángel Chamorro, Jefe de la Unidad de Ictus del Instituto de Enfermedades del Sistema Nervioso del Hospital Clínico y Provincial de Barcelona.
Los expertos señalan las posibles repercusiones para la salud que puede tener el hecho de que algo tan incidente y prevalente como el ictus pueda ser tan desconocido. El doctor Chamorro justifica este desconocimiento por una causa: el infarto cerebral no es doloroso. «Una de las grandes cosas que nos podría pasar es que al infarto cerebral le pasara lo mismo que a la angina de pecho o al infarto de miocardio: que fuera doloroso, ya que así la gente iría al hospital. Pero tenemos la desgracia de que el infarto cerebral no duele y la gente no acude al hospital, con lo cual está sentenciando a muerte al 80 por ciento de sus posibilidades de rescatar parte de sus neuronas enfermas».
¿Por qué se produce el ictus?
El ictus se produce por un trastorno brusco de la circulación cerebral. El cerebro, como cualquier otro órgano, pero en especial por las características de sus células (éstas son especialmente sensibles a la falta de riego sanguíneo), depende para su funcionamiento del continuo aporte de sangre a través de las arterias cerebrales que le proporcionan el oxígeno y los nutrientes necesarios para que las células funcionen normalmente.
Podemos hablar de dos tipos de ictus, dependiendo de la causa que los provoque: el infarto cerebral hemorrágico y el infarto cerebral isquémico. El infarto cerebral hemorrágico se produce, como su nombre indica, por una hemorragia cerebral. Por su parte, el infarto cerebral isquémico viene provocado por la obstrucción de las arterias cerebrales.
Hábitos de vida saludable, igual a prevención de ictus
La prevención es, consecuentemente, una de las medidas para reducir la mortalidad de esta enfermedad. ¿Qué se puede hacer para prevenir un infarto cerebral? Sencillamente, tal y como explica el doctor Chamorro, «controlar nuestros factores de riesgo». «No vamos a poder modificar nuestro sexo ni nuestra raza, pero podemos ser deportistas desde pequeños, podemos tener un hábito alimentario correcto y no debemos fumar». Estos son, a grandes rasgos, los hábitos de vida que el doctor Chamorro considera que pueden ayudar a evitar que padezcamos un ictus.
El doctor Chamorro aconseja realizar ejercicio cada día, por lo menos 30-45 minutos de ejercicio moderado. Evitar el sobrepeso, llevar una dieta rica que contenga frutas, verduras, pescado, leche; es decir, que tenga pocas grasas saturadas, también puede ayudar a prevenir este tipo de enfermedades cerebrovasculares. Este especialista recomienda evitar totalmente el consumo de tabaco, así como beber con mucha moderación.
Otro punto muy importante es el control de la presión arterial. «Deben tomarse la presión por lo menos cada cinco años mientras tengamos las cifras por debajo de 140-90», explica el doctor Chamorro. Pero en el caso de que una de las dos cifras sea un poco más alta, hay que tomar la presión arterial más frecuentemente porque «a lo mejor habría que empezar a modificar nuestra dieta». Esta modificación consistiría en reducir la ingesta de sal y tomar fármacos que reducen la tensión.
También es muy importante llevar un control del colesterol. «El tema de los lípidos, la hipercolesterolemia, es un factor de riesgo que está rotundamente establecido como factor de riesgo de infarto cerebral», apunta el doctor Chamorro. Existen una serie de fármacos que reducen el colesterol y esta reducción beneficia fundamentalmente al cerebro. «Hemos aprendido que cuando se dan fármacos que reducen el colesterol de verdad, uno de los grandes beneficiados es el cerebro, en el que la incidencia de eventos cerebrovasculares es mucho más baja en los individuos que toman estos fármacos que en los que no reciben el tratamiento».
Por lo tanto, un buen control de la presión arterial, del colesterol, evitar el consumo de tabaco y alcohol, así como una dieta equilibrada son las bases fundamentales para prevenir las enfermedades cerebrovasculares, entre ellas el ictus. Además, el doctor Chamorro opina que es muy importante el diálogo entre el médico y el paciente para detectar un ictus a tiempo. «Si hemos tenido un síntoma que nos ha sorprendido, como un hormigueo en una zona, un ojo que nos ha hecho chiribitas extrañas, si hemos notado alguna pérdida de fuerza en una parte de nuestro cuerpo o que no hablamos con fluidez, estos síntomas los debemos consultar con la mayor rapidez a nuestro médico de cabecera. Y si el síntoma persiste acudir al hospital porque podría ser un preludio de un infarto cerebral».
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