01Jun. 01
Dejar de fumar es la mejor recomendación que pueden dar los neumólogos en el Día sin Tabaco que debería convertirse más en una actitud constante que en una cita anual en el calendario.
Cada bocanada de humo de un cigarrillo contiene unos dos billones de radicales libres -moléculas responsables del proceso continuo de oxidación y envejecimiento prematuro de las células- que agreden los pulmones y hacen muy vulnerables los conductos respiratorios a los ataques de los microorganismos causantes de las infecciones.
«Ello es lo que explica -señala el doctor Pedro José Romero Palacios, de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)- que el tabaco sea la causa más importante de enfermedad y muerte temprana en nuestro país».
Las cifras son elocuentes. Según los datos que manejan los expertos en tabaquismo, como es el caso del citado neumólogo, el consumo habitual de esta droga recorta la vida en una media de diez años, además de ser, sólo en España, el principal elemento responsable de la muerte de más de cien personas diarias, esto es, unas 45.000 al año.
Pese a la crudeza de estos porcentajes, nuestro país sigue estando a la cabeza de las naciones europeas donde más se fuma. «Lo hace el 37 por ciento de la población, y aunque es cierto que resulta significativo el porcentaje de varones adultos que se ha desenganchado en la última década, no lo es menos que el terreno ganado entre ese sector de la población lo estamos perdiendo entre los jóvenes de ambos sexos y entre las mujeres menores de 45 años, donde la proporción de fumadores va a más».
El experto de SEPAR cree que esa negativa tendencia en jóvenes y mujeres se frenaría si fueran -como parecen serlo los varones adultos exfumadores- más conscientes del riesgo que entraña el tabaco para su salud. Si bien esta ausencia de percepción no parece exclusiva de nuestro medio. De hecho, el doctor Romero Palacios alude a un reciente estudio estadounidense, realizado en la Universidad de Harvard y publicado en el Journal of the American Medical Association, donde se revela que únicamente el 29 por ciento de los fumadores jóvenes considera que fumar es un factor de riesgo para su corazón y sus pulmones.
La razón es que el humo del tabaco contiene 4.000 sustancias tóxicas para la salud, de las que cabe destacar especialmente estas tres: la nicotina, que es la droga que causa la adicción; el monóxido de carbono, gas responsable de las enfermedades cardiovasculares asociadas al consumo de tabaco, y el alquitrán, conjunto de hidrocarburos presentes en el humo del cigarrillo e implicados en el origen de cánceres asociados al hábito de fumar: de pulmón, de laringe, de boca, de esófago, de vejiga, etc.
Poder adictivo
Por otra parte, y aunque se sea consciente del peligro que supone el tabaco, no puede olvidarse que la decisión de abandonarlo no siempre es fácil de llevar a la práctica, debido a su fuerte poder adictivo.
De ello se encarga la nicotina, que ocho segundos nada más desde la primera bocanada ya ha llegado al cerebro, donde estimula receptores neuronales que tienen que ver con la dependencia y el placer.
«Su capacidad adictiva -continúa el especialista, de la Unidad de Tabaquismo del Hospital General de Baza (Granada)- procede de la doble acción que esta sustancia ejerce sobre el núcleo cerúleus, localizado en el diencéfalo, y sobre el sistema mesolímbico, lo que la convierte en una droga si cabe más peligrosa, en el sentido al menos de la adicción, que la heroína y la cocaína. De ahí, que la deshabituación genere en muchas personas síndromes físicos y psicológicos de consideración».
Beneficios de abandonar la adicción
Claro, que el sacrificio siempre merecerá la pena, porque a partir del momento en que se deja el tabaco los beneficios se acumulan tanto en términos económicos como, lo que es más importante, en lo que atañe a nuestra salud.
Las ventajas inmediatas para el organismo, las resume así el doctor: «En pocas semanas mejoran los sentidos del gusto y el olfato y empezará a desaparece la irritativa tos matinal; los pulmones estarán más limpios y se percibirán menos ruidos en los bronquios; a medio plazo puede desaparecer paulatinamente la sensación de cansancio y el paciente se fortalecerá psicológicamente ante la dependencia de la nicotina. Después de cinco años sin fumar, el riesgo de sufrir un ataque cardíaco es similar al de una persona no fumadora y a los diez años se reducirá a un tercio el riesgo de padecer cáncer de pulmón. Y a los quince años sin fumar el riesgo de padecer enfermedades asociadas al tabaquismo será idéntico al de quien no ha sido fumador nunca.»
Respecto a la ganancia de peso al dejar el tabaco (aumento de entre 2 y 4 kilos de media, aunque a los seis meses suele bajar), el experto de SEPAR indica que puede contrarrestarse fácilmente con la práctica regular de ejercicio físico y con una dieta durante el período de deshabituación rica en frutas y verduras.
No obstante, añade el doctor Romero Palacios que el tratamiento que actualmente se usa para la deshabituación también puede prevenir o retrasar la ganancia de peso.
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