Descifradas las interconexiones entre estrés, obesidad, enfermedades metabólicas y dieta

El trabajo clarifica, por primera vez, las interconexiones mutuas existentes entre estrés, sistema nervioso, obesidad y dietas sanas y con alto contenido en grasa. Además, sugiere tratamientos nuevos para algún subtipo de enfermos con síndrome metabólico.

Debido a los cambios de estilo de vida como el sedentarismo y el uso frecuente de comidas grasas, las enfermedades relacionadas con la obesidad están consideradas en estos momentos como una auténtica pandemia a nivel mundial, independientemente de la edad de los individuos, su sexo o grado de desarrollo del país en que viven.

El síndrome metabólico engloba una serie de problemas médicos que aparecen simultáneamente como la diabetes de tipo II, la hiperglucemia, hiperinsulinemia, hipertrigliceridemia e hígado graso. Aunque generalmente se inducen junto con la obesidad, hay casos menos frecuentes en que pueden detectarse en pacientes no obesos.

Junto con la dieta, existen otros factores que parecen influir en el desarrollo de estas enfermedades como es, por ejemplo, el estrés. Sin embargo, hasta este momento, había una gran disparidad de datos clínicos sobre el tema lo que impedía tener una idea clara del problema. Esto se debía a que, al tenerse que estudiar esta influencia en enfermos que ya habían desarrollado la enfermedad, no era posible estudiar cómo se había producido la evolución de dichas enfermedades a lo largo del tiempo y, por tanto, saber si venía antes el «huevo o la gallina». Además, dado que en el desarrollo de estas enfermedades influye una gran diversidad de factores ambientales (tipo de dieta, hábitos de vida) y genéticos (raza de los individuos, tendencia diferencial de las personas a desarrollar estas enfermedades, sexo, edad, otras enfermedades), los estudios clínicos daban lugar a resultados muy variables y contradictorios entre sí, lo que impedía llegar a conclusiones definitivas.

Por otro lado, al tratarse de personas, otro problema que impedía obtener una solución a esta pregunta era que los estudios debían hacerse de manera no invasiva y durante un tiempo limitado en los pacientes, lo que determinaba que sólo se pudiese estudiar la evolución de un grupo muy reducido de parámetros clínicos y periodos de tiempo muy cortos. Debido a ello, hasta ahora existían datos muy dispares sobre el efecto del estrés, el síndrome metabólico, la obesidad y el tipo de dieta. Así, mientras que unos estudios indicaban una acción protectora del estrés y del sistema nervioso sobre estas enfermedades, otros estudios establecían que su acción en cambio era perjudicial. Tampoco estaba claro si el estrés venía antes del síndrome metabólico o, en cambio, era éste el que inducía la activación del sistema nervioso que inducía respuestas de estrés. Finalmente, había datos contradictorios sobre si la hipertensión inducida por la obesidad podía ayudar o no al desarrollo de algunos de los problemas asociados al síndrome metabólico como era la diabetes de tipo 2.

Resultados de la investigación

Los resultados del estudio, realizados con animales modificados genéticamente y publicados en la revista Cell Metabolism , dan por primera vez una visión clara sobre este problema, indicando que el sistema nervioso y el estrés tienen funciones diferentes en el desarrollo de estas enfermedades en función de la dieta habitual de los individuos. Así, en individuos con dieta sana, el estrés y la hiperestimulación nerviosa favorecen el desarrollo de hígado graso, la diabetes tipo 2 y otros problemas relacionados como la hiperglucemia, hiperinsulinemia y la hiperlipidemia. En cambio, en individuos con dieta grasa, su papel es en cambio protector, evitando que surjan estas enfermedades e, incluso, la obesidad. Los resultados también permitieron descartar de manera inequívoca que la presión arterial alta contribuya de manera directa al desarrollo de la diabetes de tipo 2 como se postulaba en algún estudio previo.

El estudio también predice que terapias dirigidas contra la rama del sistema nervioso que determina la reacción del organismo al estrés podrían ser de interés para tratar pacientes con síndrome metabólico que no sean obesos. En cambio, esas terapias pasarían a tener efectos perniciosos en caso de ser administradas a pacientes obesos.

«Cuando vimos la disparidad de datos clínicos existentes sobre las interconexiones entre estrés, síndrome metabólico, obesidad y dieta, nos dimos cuenta de que teníamos el animal modelo ideal para resolver las polémicas existentes en este campo» explica el Dr. Xosé Bustelo, profesor de investigación del CSIC que trabaja en el Centro de Investigación del Cáncer de Salamanca, un centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca.

Durante estudios previos, este equipo había desarrollado un ratón modificado genéticamente para estudiar el posible papel terapéutico de la oncoproteína Vav3 en cáncer y otras patologías. Cuando estos ratones fueron analizados, el grupo pudo comprobar que tenían una alteración desde su nacimiento que hacía que tuviesen continuamente activado el sistema nervioso relacionado con el estrés. «Esto nos dio la idea de utilizarlos para solventar todas las preguntas relacionadas con la acción del estrés sobre enfermedades metabólicas», comenta el Dr. Mauricio Menacho-Márquez, investigador del Centro de Investigación del Cáncer y primer firmante del artículo de investigación.

En efecto, «estos ratones nos dan un modelo único para estudiar cómo el estrés contribuía a largo plazo al desarrollo o prevención de dichas enfermedades metabólicas, algo que nunca se pudo abordar con pacientes humanos», añaden los Dres. Bustelo y Menacho-Márquez. De hecho, «el seguimiento periódico de estos ratones desde su nacimiento hasta una edad equivalente a la que tendrían personas con 80 años nos daba una oportunidad única de ver los efectos a largo plazo del estrés y, además, ver cómo éstos variaban en función de la dieta, la edad o la administración de diversos tipos de fármacos», añade el Dr. Bustelo. Además, «dado que los animales tenían un componente genético homogéneo y condiciones ambientales idénticas, nos permitía establecer correlaciones directas entre las condiciones experimentales y la evolución de la enfermedad y, por tanto, establecer inequívocamente causas y efectos. Esto era imposible de hacer en humanos», añade el Dr. Menacho-Márquez.

En la investigación también han participado los laboratorios de los Dres. Rubén Nogueiras y Carlos Diéguez, dos investigadores gallegos que trabajan en el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CIMUS) de la Universidad de Santiago de Compostela.