Día del Ictus: Después del ictus hay mucha vida por vivir

El ictus representa la cuarta mayor carga de enfermedad en el mundo, produciendo cada año gastos de miles de millones por atención sanitaria, rehabilitación y pérdida de productividad. Es la segunda causa de muerte en el mundo y la principal causa de discapacidad en los países desarrollados. A pesar de estas cifras, en Europa muchas personas desconocen sus factores de riesgo, síntomas y posibles consecuencias. Cada año en el mundo 15 millones de personas sufren un ictus; de ellas, 5,5 millones mueren y otros 5 millones quedan con distintos grados de discapacidad.

El ictus es una enfermedad cerebrovascular que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro. También es conocida como Accidente Cerebro Vascular (ACV), embolia o trombosis.

El ictus se produce cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro se rompe o es taponado por un coágulo u otra partícula. Como consecuencia de esta ruptura o bloqueo, una parte del cerebro no recibe el flujo de sangre que necesita y entonces las células nerviosas tampoco reciben oxígeno, por lo que dejan de funcionar y mueren transcurridos unos minutos.

En España, el ictus cerebral es la primera causa de muerte en las mujeres y la tercera en los hombres. Los que han sufrido un accidente cerebrovascular son los que más riesgo tienen de volver a sufrir otro. Por tanto, el reto es doble: por un lado, prevenir un segundo ictus y, por el otro, recuperarse de las secuelas que la enfermedad ha dejado. Y por ello, este año el lema escogido para celebrar el Día del Ictus es Después del ictus, hay mucha vida por vivir.

Gran desconocimiento de la enfermedad

Por otro lado, el desconocimiento de la enfermedad sigue siendo muy amplio. Según la mayor encuesta mundial sobre ictus, realizada por la Alianza de Ictus para Europa (Stroke Alliance for Europe – SAFE, en sus siglas en inglés) con el apoyo de AstraZéneca, un ocho por ciento de los pacientes y cuidadores entrevistados desconocían los síntomas de la enfermedad antes de verse afectados por ella. Después del ictus, el nivel de conocimiento de los pacientes aumentó, pero sólo hasta un 66 por ciento. Únicamente un 30 por ciento de los pacientes con ictus reconocieron esta enfermedad cuando empezaron a sentir los síntomas.

El conocimiento de los factores de riesgo también fue muy bajo entre los pacientes. A pesar de que el 54 por ciento de los pacientes entrevistados sufrían hipertensión arterial, únicamente una tercera parte de ellos sabían que ésta era el principal factor de riesgo de ictus. Y sólo un 13 por ciento pensaba que podían tener riesgo antes de sufrir el ictus.

En este sentido, Arne Hagen, presidente de la SAFE (La Alianza de ictus para Europa), ha declarado que «es esencial reconocer los signos y síntomas del ictus para que los pacientes acudan pronto al hospital». «Es una enfermedad en la que el tiempo que tarda en iniciarse el tratamiento repercute en el nivel de discapacidad», afirmó. «El reconocer y diagnosticar a los pacientes más precozmente, ayudará a reducir la discapacidad asociada que se observa en algunos pacientes», recordó a la vez que alertó de que «se necesitan más programas de concienciación para ayudar a los pacientes afectados por esta enfermedad».

Factores de riesgo del ictus

Hay que identificar y controlar los factores de riesgo de padecer un ictus. Algunos no se pueden controlar como por ejemplo la edad, los antecedentes familiares, la raza o el sexo.

Sin embargo, la mayor parte de los factores que aumentan el riesgo pueden ser modificados y tratados. De éstos los más importantes son: la hipertensión arterial, el consumo excesivo de alcohol, la diabetes, el colesterol elevado, el tabaquismo, la obesidad, una vida sedentaria, las dietas con exceso de sal y/o grasas, así como distintas enfermedades del corazón.

Con un estilo de vida saludable, el control regular de la presión sanguínea o la práctica moderada de ejercicio físico se podría evitar su aparición. Y con un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado se consigue disminuir la mortalidad y la intensidad de las secuelas.

¿Cuándo debes correr al hospital?

Es muy importante saber reconocer los síntomas de un ictus para poder actuar rápidamente. Aparecen bruscamente y en cada caso dependerán de la zona del cerebro dañada por la alteración del flujo de sangre y pueden ser muy variados.

Sin embargo, en la mayor parte de los casos consistirán en uno o varios de los siguientes: trastorno brusco de la sensibilidad en la cara, el brazo, o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo; debilidad repentina en estas mismas partes del cuerpo; dificultades para hablar o para comprender lo que se habla; trastorno repentino de la visión, en uno o en los dos ojos; dificultad para caminar, pérdida de equilibrio o de coordinación de los movimientos; dolor de cabeza muy intenso, brusco y no habitual.

Si el paciente o sus familiares sospechan que se está experimentando cualquiera de estos síntomas debe acudir al hospital más próximo, aunque los síntomas remitan por completo. El hecho de que se hayan presentado indican riesgo elevado de que el cuadro se repita y se instaure de manera permanente.

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