¿Dieta pobre en calorías o dieta pobre en grasas?

La obesidad se esta convirtiendo en una epidemia en países de Europa como España, como ya lo es en Estados Unidos, y es ya un grave problema de salud pública. Un cambio de estilo de vida es la principal medida para combatirlo. Así lo constataron los más de 150 especialistas reunidos en el simposio La Obesidad en el Siglo XXI celebrado recientemente en Barcelona.

Uno de los temas centrales del simposio fue la controversia dieta pobre en grasas versus la dieta pobre en calorías, en la que presentaron sus puntos de vista opuestos los doctores Xavier Formiguera (a favor de la dieta baja en grasas), del Hospital Can Ruti de Badalona y el doctor Federico Soriguer, del Hospital Civil Carlos Haya de Málaga (a favor de reducir las calorías).

Según el doctor Formiguera, también presidente de la European Association for the Study of Obesity (EASO), «en los últimos años diversos estudios epidemiológicos han puesto de relieve que el aumento de la relación grasa/carbohidratos juega un papel clave en los mecanismos de regulación del peso». Y presentó recientes estudios que concluyen que la prevalencia de la obesidad aumenta junto al consumo de grasa/carbohidratos independientemente de la ingesta energética total. Y citó estudios que también muestran que una dieta rica en grasa es capaz de inducir un aumento en la ingesta energética diaria.

«Otro hecho constatado», añade el doctor Formiguera, «que podría estar relacionado con la relación ingesta de grasa y obesidad es que el poder saciante de la grasa es bajo y su eficiencia metabólica también con lo que una dieta rica en grasa promueve un aumento de la ingesta de energía y además, dada su baja eficiencia metabólica, un aumento del almacenamiento de esta energía en forma de tejido adiposo.

Por el contrario, el doctor Federico Soriguer afirma que «aunque lo disfracemos como un debate biológico, de lo que se trata es de termodinámica y de sociología» y opina que es curioso que las leyes de la termodinámica «uno de los productos más inmutables de conocimiento científico, sean negadas obstinadamente en la vida cotidiana». En opinión de este especialista, «mantener la obsesión antigrasa como el enemigo a batir, como el gran culpable de la epidemia, no hace más que desenfocar el problema».

Obesidad y salud

La obesidad es un factor de alto riesgo para otras enfermedades como las cardiovasculares, cerebrales, gastrointestinales, osteoarticulares o pulmonares y ciertos tipos de cáncer como el de colon o mama, según los expertos reunidos. «La obesidad central y la distribución abdominal de grasas están asociadas con insulinoresistencia y también con otras enfermedades que llevan a una mayor morbilidad y mortalidad, como hipertensión, diabetes mellitus, dislipemia y ateroesclerosis prematura», afirma el doctor Francesc Xavier Pi-Sunyer del Obesity Reseach Center de la Universidad de Columbia en Nueva York.

El peligro más reportado, según el doctor Pi-Sunyer «es que la obesidad tiene un efecto patológico per-se cardiovascular a largo plazo y éste es mucho más notorio en presencia de otros factores asociados como la hipertensión, dislipemia y diabetes».

Respecto a la diabetes mellitus no insulinodependiente, se ha demostrado que grados moderados de obesidad pueden elevar el riesgo de diabetes hasta 10 veces, riesgo que sigue incrementándose en casos de obesidad más graves. Durante el simposio también se destacaron las consecuencias de tipo psicológico y psiquiátrico que repercuten en la calidad de vida de los pacientes obesos, que a veces se sienten discriminados y rechazados a nivel personal y laboral.

«Hay estudios que demuestran que un gran porcentaje de los pacientes obesos mórbidos preferirían ser ciegos o perder una pierna a ser obesos», explica el doctor Formiguera, «lo que da a entender la dimensión del problema tal y como la perciben estos pacientes».