La falta de vitamina D incrementa por cuatro el riesgo de sufrir osteoporosis después de la menopausia, como advierte el doctor Esteban Jódar del Servicio de Endocrinología del Hospital 12 de Octubre de Madrid, en el marco de un reciente encuentro de especialistas celebrado en Lanzarote. Pero además, un déficit de vitamina D incrementa el riesgo de caídas en personas que sufren osteoporosis y, con ellas, las temidas fracturas, unas 400.000 anuales en toda Europa.
Aunque encontramos vitamina D de manera natural en un amplio grupo de alimentos (como los lácteos, la yema de huevo o los pescados grasos, entre otros),los seres humanos, tanto adultos como ancianos, no recibimos las cantidades suficientes, como reflejan los últimos estudios internacionales. Además, esta insuficiencia se hace «especialmente evidente en las mujeres que han pasado la menopausia», explica el doctor Esteban Jódar. Y es que, «con la edad, generalmente en la población femenina se deposita menos vitamina D ya que la producción cutánea es menor así como la ingestión de alimentos que la contienen», añade el especialista del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Este déficit comporta riesgos para la salud de nuestros huesos. De hecho, como explica el doctor Jódar, «sabemos que unos niveles insuficientes en vitamina D provocan que los pacientes se caigan más de lo habitual aumentando, por tanto, el grave riesgo de fractura óseas». Asimismo, se ha demostrado que «el tratamiento con vitamina D es capaz de reducir hasta un 22 por ciento el riesgo de estas caídas».
Y es que, la vitamina D tiene una relación estrecha con la salud de nuestro esqueleto. De hecho, su función «es vital para absorber el calcio que necesitamos, es decir, para mantener unas adecuadas concentraciones de calcio y fósforo y se pueda así mineralizar el hueso», destaca el especialista en Endocrinología.
La podemos obtener a través de dos fuentes: la alimentación y la luz solar. En pequeñas cantidades, «la encontramos en alimentos como la leche, quesos (especialmente los grasos), margarina, pescados grasos, ostras, entre otros», detalla el doctor Jódar. Y la segunda fuente fundamental es a través de la piel, mediante la acción de las radiaciones de la luz ultravioleta. De hecho, con «sólo exponer la espalda entera, brazos o piernas unos 10-15 minutos semanales, recibiríamos una cantidad adecuada de vitamina D para nuestro organismo», añade.
Alta protección solar, enemiga de la vitamina D
Sin embargo, como manifiesta el doctor Jódar, existe un temor creciente sobre los riesgos del sol asociados al cáncer de piel -sobre todo del melanoma- que nos hace «sobreprotegernos» en exceso del sol, hecho que «impide que podamos obtener vitamina D a través de las radiaciones solares». De hecho, «a partir de un factor de protección 15, impedimos que el sol tenga ninguna acción sobre nuestra piel, respecto a la vitamina D».
Por ello, para los especialistas asistentes a la jornada en Lanzarote El ABC de la vitamina D , una opción sería incorporar las costumbres de algunos países vecinos, como los nórdicos, «que enriquecen la mayor parte de sus productos con vitamina D». De este modo, se podría combatir el déficit de esta vitamina que sufre la población en general y, sobre todo, prevenir las fracturas óseas causadas por la osteoporosis, una patología que ya afecta a dos de cada tres mujeres que han pasado la menopausia y que sólo en Europa causa unas 400.000 fracturas de cadera anuales. Además, si seguimos con esta tendencia, las previsiones son todavía más desalentadoras; de hecho, se calcula que en el 2020 se producirán hasta 650.000 fracturas en el continente europeo, debido al progresivo envejecimiento de la población. La solución está en nuestras manos.
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