El ‘bypass’ coronario es preferible a los ‘stents’ en pacientes con diabetes

En líneas generales la supervivencia fue superior con el 'bypass', con independencia de la raza, el género, el número de vasos sanguíneos bloqueados o la gravedad de la enfermedad.

Los adultos con diabetes y enfermedad coronaria que se someten a un ‘bypass’ coronario evolucionan mejor que aquellos a los que se les coloca ‘stents’, según un estudio presentado en el congreso anual de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA), que se está celebrando en Los Ángeles (EEUU), dirigido por el director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai Hospital de Nueva York, el doctor Valentín Fuster.

El trabajo, financiado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de EEUU y publicado en el New England Journal of Medicine , comparó la efectividad del procedimiento quirúrgico conocido como cirugía de revascularización coronaria con ‘bypass’ (CABG, de sus siglas en inglés) con la alternativa que evita pasar por el quirófano, la intervención coronaria percutánea con colocación de stent (PCI).

«Los resultados de este estudio confirman que la cirugía de bypass es, en términos generales, una mejor opción terapéutica para personas con diabetes y enfermedad coronaria multivaso», señala Fuster, quien también es el director del Instituto Nacional del Corazón, el Pulmón y la Sangre (NHLBI) de EEUU y director general de Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).

A su juicio, estos resultados «pueden ayudar a los médicos a prevenir eventos cardiovasculares como ataques cardiacos o muertes entre estos pacientes», ya que las ventajas del CABG sobre la PCI «fueron asombrosas» en este ensayo y, añade, «podían cambiar las recomendaciones terapéuticas para miles de individuos con diabetes y enfermedad coronaria».

En el estudio participaron 140 centros médicos de 16 países, incluidos seis hospitales españoles y un total de 1.900 adultos que fueron seleccionados entre 2005 y 2010. Se trataba de individuos que presentaban diabetes y enfermedad coronaria con estrechamiento en varios vasos sanguíneos, pero no en la arteria coronaria izquierda principal, lo que requiere tratamiento inmediato con CABG.

En líneas generales la supervivencia fue superior con el ‘bypass’, con independencia de la raza, el género, el número de vasos sanguíneos bloqueados o la gravedad de la enfermedad. Asimismo, cinco años después de llevarse a cabo el CABG o la PCI, un 18,7 por ciento de los participantes del primer grupo habían sufrido infartos cerebrales, ataques cardiacos o habían fallecido, porcentaje que ascendía al 26,6% en los que se habían sometido a una PCI.

Los infartos cerebrales, un riesgo muy conocido de la cirugía de bypass, fueron ligeramente más habituales en el grupo que se sometió a ésta (los sufrió un 5,2%) que en de la PCI (un 2,4%). Sin embargo, hubo más fallecidos por cualquier causa en el grupo de la PCI (un 16,3%) que en el del CABG (un 10,9%). Esta ventaja en la supervivencia del bypass sobre la PCI se mantuvo de forma consistente con independencia de la raza, el género, el número de vasos sanguíneos bloqueados o la gravedad de la enfermedad.

Cinco años de seguimiento

En cada centro participante, un equipo de especialistas en neurología, enfermedad cardiaca, diabetes y medicina general examinó a los pacientes para asegurarse de que podían optar tanto a un CABG como a una PCI. Así, los participantes fueron derivados aleatoriamente a recibir una de las dos intervenciones.

Tal y como recomiendan las guías internacionales de práctica clínica, el grupo que se sometió a la PCI recibió también tratamiento anticoagulante, en concreto abciximab por vía intravenosa –administrado durante el procedimiento– y clopidogrel oral durante al menos 12 meses después, además de ‘Aspirina’ en aquellos que podían tolerarlo. Todos los participantes en el estudio fueron observados durante al menos dos años.

Durante el ensayo clínico recién presentado, los pacientes recibieron cuidados médicos para todos los factores de riesgo cardiovascular importantes, como el colesterol LDL, la presión sanguínea elevada y los niveles altos de azúcar. A todos ellos, además, se les educó en la adquisición de hábitos saludables, como el abandono del tabaco, la dieta y la práctica habitual de ejercicio.