En nuestro país, al igual que en la mayoría de países occidentales, el cáncer colorrectal sigue siendo la segunda causa de muerte por cáncer. En los últimos veinte años esta mortalidad ha disminuido ligeramente. En Estados Unidos, por ejemplo, entre 1992 y 1996 el retroceso en la incidencia fue de un 2 por ciento anual. En España, en cambio, la tendencia parece ser la contraria, ya que en los últimos años ha habido un ligero aumento de la incidencia, según manifestaron los expertos durante el XXVII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Patología Digestiva.
Existen ciertos factores que pueden aumentar la probabilidad de padecer un cáncer colorrectal, uno de ellos es la historia familiar, ya que una persona con algún pariente cercano que haya tenido este cáncer presenta mayor riesgo de desarrollar este tipo de tumor. Asimismo, la prevalencia de la enfermedad aumenta con la edad, sobre todo a partir de los 40 años, pero la incidencia más alta se registra entre los 60 y 75 años. También la dieta parece estar relacionada con el desarrollo de cáncer colorrectal, ya que es más común entre las personas que tienen una dieta baja en fibra. Estos no son los únicos factores, ya que «los pacientes que padecen colitis ulcerosa -una enfermedad crónica en la que el intestino grueso se inflama y se ulcera provocando diarrea con sangre, retortijones y fiebre- tienen una mayor predisposición a sufrir cáncer de colon», explica el doctor Manuel Perucho, Del Burnham Institute La Jolla Cancer Research Center de California.
Los primeros síntomas de la enfermedad son, en algunos casos, la aparición de sangre en las heces, hemorragias rectales o cambios de hábito en la defecación. Pero es un cáncer que se desarrolla lentamente y que tarda mucho tiempo en extenderse, de manera que los síntomas aparecen tarde. Además la sintomatología depende del tipo de tumor, de su localización y de su extensión.
Una de las técnicas que se utilizan habitualmente para la detección precoz es la prueba de sangre oculta en las heces, que puede reducir significativamente la mortalidad por este cáncer. «El diagnóstico precoz puede efectuarse por ensayos de sangre oculta en las heces y por sigmoidoscopia (exploración mediante un endoscopio que se introduce por el ano y permite explorar la porción inferior del intestino grueso) y colonoscopia (exploración similar pero con la que se puede examinar la totalidad del intestino grueso). Esta última técnica debe hacerse a partir de los 50 años o antes si hay precedentes familiares de cáncer colorrectal o pólipos adenomatosos», señala el doctor Manuel Perucho.
Los avances en el conocimiento de los genes que influyen en el desarrollo de los tumores, iniciados por el grupo del doctor Perucho en 1993, favorecen el diseño de nuevas estrategias para facilitar el diagnóstico precoz del cáncer, ya que se puede hacer un seguimiento de los pacientes con un mayor riesgo de presentar cáncer. De esta manera se aumentan notablemente las posibilidades de curación, porque si se detecta el tumor en una etapa inicial es más probable que se pueda curar a tiempo.
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