El cáncer de pulmón

30Nov. 01

El cáncer de pulmón es el tumor más frecuente entre los hombres y se espera en los próximos años un aumento importante en las mujeres. Acabar con el consumo de tabaco erradicaría probablemente este tipo de cáncer, ya que un 90 por ciento de los casos se deben al tabaco.

La incidencia del cáncer de pulmón entre los varones españoles se encuentra actualmente en torno a los 52 casos por cada 100.000 habitantes, si bien está por debajo de la media europea (56 casos por 100.000 habitantes). Pero lo más importante es que las estadísticas dejan claro que se trata del tumor maligno de peor pronóstico, ya que este cáncer es responsable del tercio de las muertes por causa tumoral entre los varones de nuestro país, según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

El cáncer de pulmón está descendiendo entre la población masculina, mientras que aumenta en el caso de las mujeres. Este cambio ya había sido pronosticado por los expertos debido al fuerte arraigo del consumo de tabaco entre las mujeres españolas en los últimos 20-30 años. Y ahora empiezan a verse los resultados en este aumento, que podría ser todavía mayor en los próximos años, ya que actualmente entre los jóvenes españoles ya hay una mayor proporción de mujeres fumadoras.

En cuanto a su diagnóstico precoz, tiene la doble desventaja de que apenas cuenta con técnicas eficaces y que sus síntomas son difíciles de detectar en una fase temprana. Esto explica que normalmente se detecta el tumor cuando ya se encuentra muy avanzado y entonces se reducen considerablemente las expectativas de los pacientes.

«Si hay diagnóstico precoz las posibilidades de curación pueden ser de un 60 u 80 por ciento, pero desgraciadamente la mayoría de los enfermos que llegan a nuestras consultas presentan un desarrollo tumoral bastante avanzado. Y en esa situación la probabilidad de salvar la vida al paciente se reduce de forma drástica».

Las consecuencias del hábito tabáquico, en el caso del cáncer de pulmón, llegan normalmente cuando la persona ha sido fumadora durante veinte años o más, pero sin embargo el riesgo disminuye paulatinamente cuando alguien deja de fumar, de manera que diez o doce años más tarde puede tener el mismo riesgo que una persona no fumadora.