El desfibrilador implantable evita la pérdida de conocimiento además de prevenir síncopes y arritmias ventriculares

Científicos del Hospital Clínico de Barcelona-IDIBAPS han probado en 38 pacientes la efectividad del desfibrilador implantable también a la hora de prevenir la pérdida de conocimiento, cortando los episodios a tiempo.

Científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas Agustí Pi i Sunyer- Hospital Clínico de Barcelona han publicado un estudio en la revista European Heart Journal en el que explican la efectividad del desfibrilador implantable a la hora de prevenir la recurrencia de síncopes y arritmias ventriculares a partir del estudio de 38 pacientes.

El desfibrilador implantable, de un tamaño un poco más grande que el de un marcapasos, fue presentado en el año 1980 en pacientes con taquicardias ventriculares con el objetivo de evitar la muerte súbita. Este dispositivo es un estimulador antitaquicardia que ajusta descargas de energía según el paciente y la enfermedad cardiovascular estructural que presente.

Según el doctor Josep Brugada, jefe de la Sección de Arritmias del Hospital Clínico-IDIBAPS, el desfibrilador es un implante «que escucha permanentemente el ritmo del corazón y, tanto si tiene arritmias como taquicardias, lo regula», llegando a conseguir «detener arritmias severas».

Estas arritmias aparecen en enfermos de cardiopatía de base, que han sufrido infartos de miocardio y que, como explica el doctor Brugada, «también pueden sufrir taquicardias ventriculares graves, con pérdida de conocimiento, que pueden causar la muerte». En estos casos, el desfibrilador implantado puede cortar el episodio «inmediatamente, mediante estímulos cuando son arritmias o con un shock eléctrico si son taquicardias graves», explica este especialista.

Además, el desfibrilador incorpora una memoria propia en la que puede guardar datos del paciente como los electrocardiogramas, informando al médico sobre la detección y terapia de los diferentes episodios de taquicardia y controlando más estrechamente su evolución.

«Esta memoria tiene una gran capacidad y en ella queda registrado todo», nos detalla el doctor Brugada, «podemos saber exactamente qué pasa en el corazón del enfermo cada día, hora y segundo; la respuesta que ha dado el aparato, el tiempo de reacción y la respuesta de la arritmia». Datos que luego servirán para reprogramar el desfibrilador y «afinar el tratamiento».

El estudio ha consistido en el seguimiento durante dos años de 38 personas afectadas, la mayoría hombres, de una edad media de 63 años. En el estudio, se observa que aproximadamente la mitad de los pacientes ha recibido una terapia apropiada gracias al desfibrilador, evitando el síncope y las consecuencias que éste comporta.

El objetivo era conocer si además de prevenir la muerte súbita, también podía evitar la pérdida de conocimiento que puede darse durante una taquicardia. «Los pacientes que seleccionamos en el estudio habían sufrido una taquicardia con pérdida de conocimiento y habían sobrevivido, después les implantamos el desfibrilador e hicimos un seguimiento para evitar que vuelva a pasar», explica el jefe de la sección de arritmias de este hospital.

Mejora en la calidad de vida

Este mejor control es un importante avance en la calidad de vida del paciente. La aparición de síncopes, taquicardias con pérdida de la conciencia, de manera imprevisible, hace que éste conviva con un temor contínuo y tenga restricciones en su estilo de vida, como por ejemplo, no poder pasear sin ir acompañado. «El desfibrilador implantable mejora la calidad de vida de este paciente, ya que además de evitarle las pérdidas de conocimiento, le da confianza para pasear, conducir, subir escaleras, etcétera; ya que las taquicardias pueden llegar en cualquier momento», comenta este experto.

El siguiente paso del grupo de investigación encabezado por el doctor Brugada y los doctores Mont y García-Morán, de la misma sección del hospital, será «estudiar qué taquicardias son las que producen pérdida de conocimiento, ya que no todas la provocan, tenemos que saber si se debe, por ejemplo, al tamaño del infarto», concluye este especialista.