Según una encuesta realizada a pacientes con dolor neuropático de ocho países (entre ellos España), los enfermos señalaban que éste "era un problema serio que impactaba en muchas áreas de su vida" y mostraban una "necesidad de un mejor manejo de su dolor", explica Erich Kramer, vicepresidente de Harris Interactive, la empresa que elaboró el estudio.
Los pacientes españoles consultados son los que manifestaban sufrir un mayor nivel de dolor (8,2 sobre 10) y un 88 por ciento de ellos declaraba que el dolor interfería en su vida diaria, fundamentalmente en cuanto a su capacidad de trabajo. A cerca de la mitad de los participantes de nuestro país el dolor les provocaba un gran sufrimiento emocional y a un 60 por ciento un gran sufrimiento físico. Al 61 por ciento también les causaba ansiedad y un 58 por ciento «se ha sentido desesperado e incapaz de continuar su vida». El tiempo medio de duración del dolor es de cuatro años, por debajo de otros países como Australia (siete años), Suecia (seis años) o Reino Unido (cinco años).
Como en el resto de países, en España prácticamente todos los pacientes que participaron en la encuesta habían recibido tratamiento farmacológico (porque todos ellos estaban diagnosticados), pero han probado una media de cinco medicamentos con receta distintos, una cifra sólo superada por Suecia. Sin embargo, sólo el 35 por ciento de los pacientes españoles consideraba que el tratamiento le había aliviado su dolor y otro 39 por ciento se mostraba insatisfecho con la medicación. Debido a ello, casi el 80 por ciento de estos pacientes opina que si apareciera un nuevo fármaco estaría dispuesto a probarlo.
Características del dolor neuropático
El dolor neuropático se produce como consecuencia de un daño o trastorno en el sistema nervioso debido a traumatismos, trastornos metabólicos o vasculares, deficiencias nutricionales, cáncer, diabetes, artritis, infecciones, infarto, esclerosis múltiple, tumores o lesiones en la médula espinal. Los síntomas pueden cambiar con el paso del tiempo y ser diferentes en dos pacientes con la misma patología, pero incluyen desde la sensación de quemazón, pinchazo u hormigueo hasta el dolor ante estímulos normalmente no dolorosos (el roce de las sábanas, por ejemplo) o por el contacto con otra persona.
Este tipo de dolor afecta al 20 por ciento de los pacientes diabéticos, el 25 por ciento de las personas con herpes zoster de más de 50 años, el 20 por ciento de las mujeres que han sufrido una mastectomía y el 33 por ciento de los enfermos de cáncer, indica el profesor Troels Jensen, presidente de la Asociación Internacional del Estudio del Dolor (AISP).
El tratamiento del dolor neuropático se basa en la administración de fármacos (antidepresivos, antiepilépticos, opiáceos, medicamentos por vía tópica), terapias de estimulación, intervenciones quirúrgicas, así como «apoyo psicológico y psicoterapia».
Sin embargo, «no lo hacemos bien del todo, hay limitaciones». En primer lugar, algunos de los fármacos antes citados tienen efectos secundarios, por lo que «necesitamos mejores combinaciones y nuevos fármacos». Además, la respuesta es distinta entre los pacientes y menos de la tercera parte de ellos obtiene un alivio moderado de su dolor, mientras que las otras «dos terceras partes tienen un gran dolor».
El 82 por ciento de los pacientes con dolor neuropático sufren insomnio y tienen una mayor tendencia a los trastornos depresivos que la población general. Se produce un círculo vicioso, puesto que «el dolor puede llevar a la perturbación del sueño, pero también el sueño no reparador y los trastornos del humor cambian la sensibilidad al dolor» y causan ansiedad y depresión.
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