18Ene. 11
Un estudio en un modelo animal de deporte crónico demuestra por primera vez que un exceso continuado de ejercicio físico puede tener consecuencias negativas para el corazón. Los resultados sugieren la necesidad de realizar controles cardiológicos en deportistas de resistencia (corredores de maratón, ciclismo o triatlón) para detectar a tiempo posibles anomalías.
Practicar ejercicio de forma regular no sólo previene la aparición de enfermedades cardiovasculares sino que además contribuye a mejorar la salud de quienes las padecen. Es importante remarcar que un estilo de vida físicamente activo va asociado a una disminución de la mortalidad por enfermedad cardíaca en al menos un 30 por ciento, de manera que a mayor actividad física, menor incidencia de eventos cardiovasculares.
Sin embargo, el ejercicio de resistencia continuado durante años podría provocar alteraciones en la estructura y función cardíaca creando un sustrato para padecer arritmias.
Así lo demuestra por primera vez un estudio publicado en la revista Circulation , liderado por el Dr Lluis Mont, la Dra. Anna Serrano-Mollar, el Dr. Josep Brugada, la Dra. Gemma Gay-Jordi, la Dra. Begoña Benito del Hospital Clínic de Barcelona/IDIBAPS/IIBB-CSIC; en colaboración con el Dr. Stanley Nattel del Montreal Heart Institute y la Universidad de Montreal, en Quebec (Canadá).
El objetivo del estudio, que ha durado cinco años, fue determinar en un modelo animal los efectos crónicos del ejercicio a largo plazo, algo muy difícil de realizar en humanos por el punto de cronicidad. Para ello, el equipo del Clínic de Barcelona sometió a un grupo de ratas a una hora de ejercicio diario intenso durante 4, 8 y 16 semanas -lo que podría ser equivalente en humanos a un entrenamiento diario durante 10 años-; y lo comparó con otro grupo de ratas sedentarias (grupo control).
Durante este tiempo observaron anomalías en la estructura del músculo cardiaco (fibrosis) en las ratas sometidas al ejercicio intenso, especialmente en aurículas y ventrículo derecho.
Esto sugiere una relación directa del esfuerzo de resistencia realizado durante años de forma continuada con las probabilidades de sufrir una arritmia cardiaca. Ello correlaciona con las observaciones clínicas de una mayor probabilidad de sufrir fibrilación auricular a largo plazo en atletas de resistencia.
Por otro lado, la fibrosis cardíaca localizada en el ventrículo, podría ser similar a la que se observa en algunos casos de muerte súbita en deportistas. Asimismo, el estudio también demuestra que el cese del entrenamiento a las dos, cuatro y ocho semanas deriva en una remisión de la anomalía cardíaca, lo que significa que el corazón restablece sus funciones normales.
Prevención y control
La realización de revisiones preventivas en deportistas profesionales ayuda a descartar patologías para evitar las principales causas de muerte súbita, como la miocardiopatía hipertrófica obstructiva (aumento del grosor de las paredes del corazón), una de las más comunes en los jóvenes deportistas.
En estos casos, la estrategia preventiva pasa por la realización de un electrocardiograma, pruebas de esfuerzo y un ecocardiograma, cuyos resultados determinarán el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular. Si se detecta a tiempo el tratamiento preventivo es eficaz.
Por otro lado, la detección de hipertrofias severas o dilatación auricular en deportistas de resistencia (maratón, ciclismo, etc.) podría implicar la limitación de la actividad física, aunque se necesitan más estudios para valorar la repercusión de estos hallazgos en las recomendaciones a deportistas.
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