El miedo a engordar es la principal barrera para dejar de fumar

El aumento de peso es por lo general de 4,5 kilos y se produce incluso si no se come más. No obstante, los expertos insisten en que los beneficios para la salud de dejar de fumar sobrepasan los peligros de ganar peso.

El abandono del consumo de tabaco es la medida más saludable que una persona fumadora puede tomar en su vida, pero, en algunos casos, el abandono del tabaco va acompañado de un aumento de peso debido a los efectos de la nicotina sobre el metabolismo. Para muchas personas esto se convierte en un importante obstáculo para iniciar un proceso de abandono del tabaco. Sin embargo, los neumólogos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica consideran que “el aumento de peso al dejar de fumar es un riesgo leve para la salud en comparación con los riesgos que supone seguir fumando”. Por eso recomiendan iniciar primero el tratamiento anti tabáquico y una vez haya logrado dejar de fumar, si es necesario, llevar a cabo un tratamiento nutricional para bajar peso.

En este sentido recuerdan que el tabaquismo activo causa 53.000 muertes anuales en España y el tabaquismo pasivo más de 3.200, lo que representa que en España mueren cada día 145 personas como consecuencia del tabaco, siendo el tabaquismo la primera causa evitable de muerte en nuestro país. Además la adicción al tabaco facilita el desarrollo de enfermedades respiratorias graves como la EPOC y el cáncer de pulmón.

En un artículo publicado en la revista de SEPAR Prevención del Tabaquismo los neumólogos expertos en tabaquismo Silvia V. Rey y Carlos A. Jiménez explican que los efectos de la nicotina repercuten directamente sobre el peso corporal del fumador al aumentar el gasto metabólico basal, suprimir la sensación de apetito y aumentar el ritmo del tránsito gastrointestinal. Al dejar de fumar estos efectos desparecen y se produce el aumento de peso en función de la edad, el sexo y la cantidad de cigarrillo que se fuman. Las mujeres tienen mayor capacidad de ganar peso y, en ambos sexos, las personas mayores de 55 años y los fumadores de más de 25 cigarrillos al día o que encienden su primer cigarrillo dentro de los 30 minutos después de despertar.

La comida y las drogas adictivas comparten las mismas vías de recompensa por lo que es posible pensar que la persona que está dejando de fumar, come por apetito buscando que la comida le genere el mismo placer que generaba el cigarrillo. La mayoría de las personas que inician un proceso de deshabituación tabáquica come más durante las primeras 8 semanas. “La recuperación del gusto y el olfato hacen que los alimentos sean más apetitosos y comer más placentero. La ausencia de nicotina ayuda a tener más sensación de apetito y es difícil controlar lo que se come; a menudo se confunde ansiedad con apetito y se picotea más y a cualquier hora”, explica el Dr. Carlos Jiménez. Al mismo tiempo, al dejar de fumar, el gasto calórico que necesita el organismo vuelve a la normalidad -antes estaba acelerado y el gasto metabólico era menor-.

El Dr. Carlos Jiménez considera que el miedo a engordar no debe paralizar o retrasar el inicio de un tratamiento de deshabituación tabáquica “porque los riesgos para la salud no son comparables”. Antes del tratamiento, la personas debe ser consciente de que existe una elevada posibilidad de ganar peso y para ello “las guías de tratamiento anti tabáquico deben ofrecer ayuda para minimizar el aumento: estimular la práctica de ejercicio como forma de limitar la ganancia de peso y proponer un estilo de vida saludable incluyendo el consumo de variedad de frutas y verduras, pautas de alimentación muy sencillas y fáciles de cumplir”. Sin embargo, el doctor considera que no es recomendable realizar conjuntamente un tratamiento para dejar de fumar y uno para perder peso, “puesto que puede aumentar la ansiedad y es estrés del paciente. Es mejor primero centrase en dejar de fumar y luego adelgazar”.