Comer es un acto fisiológico, cultural y social que realizamos a diario sin pensar pero que repercute muy directamente en nuestro estado físico y psíquico. Una mala alimentación se cobra todos los excesos a largo y corto plazo. Pero también se cobra los defectos. Las dietas milagrosas, tan en boga en nuestros días, constituyen un problema de salud pública y las modas en el terreno nutricional causan estragos en la salud de muchos
La alimentación juega un papel muy importante en la salud de cada persona. Tanto, que quizás algunos males que se hacen recurrentes en nuestro organismo pueden estar relacionados con una mala alimentación. Las dietas para adelgazar son muy perjudiciales si no están recomendadas por un endocrino; pero año tras año se van difundiendo las maravillas de ésa u otra dieta milagrosa para perder peso rápidamente. El gran problema es que la mayoría de problemas de salud asociados con la alimentación aparecen de forma gradual y no presentan síntomas espectaculares e inmediatos. Darse cuenta que el problema radica en la mala alimentación no es fácil.
Comer inadecuadamente puede estar provocado por varias causas: desconocer qué alimentos aportan los nutrientes adecuados, el ritmo de vida, los hábitos alimentarios familiares.y las dietas milagrosas. Muchas de ellas están basadas en argumentos erróneos pero cumplen su cometido a la perfección: Reducen el peso rápidamente, por lo que mucha gente las sigue, sin tener en cuenta que la mala alimentación es el origen de numerosas patologías como el infarto, la angina de pecho, la hipertensión, la obesidad, la diabetes, la anorexia y la bulimia.
Es desaconsejable seguir una dieta sin que un especialista haya estudiado el caso concreto: cada organismo requiere una ingesta de nutrientes diferente. Los profesionales de la sanidad deben conocer las características de cada persona y el contexto en el que se encuentran recordando que los pacientes eligen en su vida diaria alimentos y no nutrientes, y que no tienen porque saber qué les es beneficioso para la salud. Las dietas drásticas de adelgazamiento que se difunden, muchas veces movidas por las modas, pueden ser nefastas para el organismo ya que enseguida provocan una carencia de nutrientes importante. Y acostumbra al cuerpo a vivir con comida y energía insuficiente.
Por ejemplo, la dieta para adelgazar baja en carbohidratos enseguida provoca pérdida de peso. Pero todo lo perdido es agua. Comporta una falta de vitaminas y minerales importante, y puede provocar la cetosis: un proceso en el cuál el cuerpo, al no tener carbohidaratos que quemar, hecha mano de los que se encuentran en los músculos, debilitándolos. Y no hay que olvidar que el corazón es un músculo.
La dieta llamada de las proteínas líquidas o de suplemento al ayuno reduce peso de manera eficaz pero son nutricionalmente incompletas ya que suponen una ingesta de 500 a 800 calorías por día. Sus efectos secundarios son náuseas, vómitos, estreñimiento, fatiga e irregularidades coronarias.
La dieta de ayuno es el método más extremo para perder peso. Si se prolonga mucho llega un momento en que el cuerpo se acostumbra a la situación de ayuno y empieza a administrarse la poca energía que tiene. Resultado: el proceso de pérdida de peso se ralentiza y deja de ser eficaz. Los problemas físicos pueden ser innumerables.
Vale la pena, pues, visitar a un experto en nutrición si lo que se quiere es adelgazar, y seguir un plan personalizado de adelgazamiento o bien seguir dietas que hayan sido elaboradas por un endocrino.
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