Además de la leche y sus derivados otra fuente de vitamina D son los rayos del sol, por lo que puedes aprovechar el verano para absorver esta vitamina esencial para la vida a través de la piel. Eso sí, con moderación, en las horas menos peligrosas y con la protección adecuada.
El efecto lumínico producido por los rayos UV del sol favorece la formación de la vitamina D, la cual permite la absorción del calcio. Así, esta vitamina es esencial para la mineralización de los huesos, ya que favorece la absorción en el intestino del calcio y el fósforo y evita su pérdida en el riñón.
La vitamina D tiene la función de hacer que el calcio y el fósforo se absorban a nivel intestinal, y favorece unos huesos sanos en niños y adultos deteniendo la osteoporosis. Además, la luz del sol actúa como bactericida y desinfectante, estimula y tonifica el organismo, mejora la disposición mental, y el bronceado embellece el cuerpo, dándole brillo y vitalidad.
Aunque la mayoría de las vitaminas y minerales hay que tomarlas en los alimentos, en el caso de la vitamina D el metabolismo cuenta con un «as en la manga», pues es capaz de fabricarla en la piel cuando dispone de un precursor conocido como 7-dehidrocolesterol gracias a la radiación del sol.
Bastan 5 ó 10 minutos de sol, dos o tres veces por semana para recargar los depósitos de vitamina D. Según el Dr. Fausto Galdo, jefe de servicio de Reumatología del Hospital Juan Canalejo de La Coruña, «es importante exponerse al efecto lumínico para favorecer la producción de vitamina D y así ayudar a la producción de calcio en los huesos».
¿Cuándo y cómo hay que tomar el sol?
La Academia Española de Dermatología y Venerología nos dan los siguientes consejos para tomar el sol de forma saludable:
– Evitar la exposición solar entre las 11.00 h. y las 19.00 h.
– Utilizar estructuras que den sombra.
– Usar ropa protectora contra el sol, como sombreros, camisetas manga larga y ropa oscura de trama apretada.
– Sólo se recomiendan los filtros con factor de protección mayor o igual a 15 y que sean de amplio espectro, es decir que protejan contra los rayos ultravioleta A y B (UVA y UVB).
– No es recomendable el uso de filtros solares químicos en niños menores de 6 meses. En la edad pediátrica siempre deben emplearse fotoprotectores físicos. Normalmente los productos viene etiquetados indicando su uso pediátrico.
– Se debe aplicar el protector solar uniformemente en todas las zonas expuestas. Es importante no olvidar aplicar la crema en orejas, cuello, escote, manos y en el dorso de los pies.
– La aplicación de los filtros solares debe realizarse unos 30 minutos antes de la exposición solar y repetirse cada vez que la persona se moje, se seque, practique ejercicio físico de moderado a intenso, transpire profundamente o cada tres horas de exposición solar.
– Es importante distinguir entre los fotoprotectores «resistentes al agua» o «a prueba de agua». Los resistentes al agua son aquéllos que, tras dos baños consecutivos de 20 minutos cada uno, siguen generando la misma protección; los que son a prueba de agua resisten cuatro baños consecutivos de 20 minutos cada uno.
Además, los dermatólogos de la AEDV nos animan a desterra algunos mitos frecuentes sobre el sol.
– «Si el día está nublado, no daña el sol». Las radiaciones solares siguen estando presentes aunque esté nublado, por lo tanto sí son dañinos.
– «Es lo mismo protector solar que bronceador». No, un protector solar protege contra el daño solar y un bronceador permite el paso de las radiaciones solares, por tener un bajo factor de protección solar (FPS).
– «La aplicación de cerveza, aceites o jugo de zanahoria, broncean». No, la piel se broncea en función de su tipo, si es muy blanca no se broncea, se quema.
– «La ropa blanca de algodón es la que mejor protege». No, protege mejor la ropa oscura, la mezclilla azul y el poliéster y la ropa de trama apretada. Sin embargo, en climas calurosos y húmedos, el uso de tejidos sintéticos puede ser muy molesto, en cuyo caso se recomienda utilizar ropa de algodón pero con trama tensa.
– A mayor índice de protección mayor seguridad. Esta afirmación no es del todo cierta. La AEDV explica que un protector con un FPS de 15 ya es suficiente, ya que protege un 90,33%. Sin embargo uno con FPS de 50, aunque protege algo más, un 98%, implica más riesgo de que se produzca alguna reacción adversa.
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