12Jul. 01
Los sueldos de los médicos hospitalarios del Sistema Nacional de Salud (SNS) pueden variar más del 20 por ciento en función de la comunidad autónoma en la que trabajan y dependiendo de si ésta cuenta o no con competencias sanitarias.
Concretamente, un jefe de sección del Servicio Canario de Salud gana un promedio del 28,6 por ciento más que su homólogo en el Insalud, mientras que si se trata de un «especialista de área» (también denominados adjuntos) la diferencia ronda el 24 por ciento. Por encima de los médicos del Insalud, que son los peor retribuidos, se sitúan claramente también los de Navarra, País Vasco y Cataluña, comunidades todas ellas con servicios propios de salud.
Tales datos, procedentes de un estudio comparativo sobre retribuciones médicas efectuado por el sindicato CESMADRID, son, a juicio del secretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), doctor Carlos Amaya, «un ejemplo más de la creciente desregulación y ausencia de parámetros comunes en materia de política de personal que padecemos los trabajadores del SNS, el cual, y aunque suene a tópico, camina a pasos agigantados hacia un remedo de los reinos de Taifas medievales».
El secretario general de la CESM ha intervenido en el congreso que la Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología (SEGO) celebrado en Valencia, dentro de una ponencia dedicada a analizar la incentivación de los médicos de la sanidad pública. Ha subrayado que la media salarial de los facultativos españoles es de las más bajas de la Unión Europea y que ello es uno de los motivos preferentes de queja de los profesionales.
Destaca asimismo, como elementos que contribuyen a crear un clima «poco estimulante» entre los médicos, los altos niveles de interinidad y de precariedad en el empleo, «con salarios que en bastantes casos, como ocurre con el personal de refuerzo o los sustitutos para la realización de guardias, apenas si supera las 1.000 pesetas por hora de trabajo».
Un modelo anticuado
Otra de las críticas vertidas por el doctor Carlos Amaya hacia el actual modelo salarial (regulado por un decreto ley en 1987, aunque de modo provisional mientras se procedía al desarrollo de un Estatuto Marco del personal sanitario que, contemplado en la Ley General de Sanidad de 1986, aún no ha visto la luz) es que «permite la existencia de incentivos individuales establecidos de un modo arbitrario por superiores jerárquicos, y que se pretende relacionar cualquier clase de incremento retributivo con el ahorro».
Los médicos vienen reclamando reiteradamente a la Administración que sea consciente de estas deficiencias y disparidades y negocie con los sindicatos un nuevo sistema retributivo que, como señala Carlos Amaya, «debería formar parte sustancial del Estatuto Marco que continúa demandando la profesión».
En cuanto a esta futura norma, de la que se han elaborado hasta ahora varios borradores sin que ninguno haya cuajado hasta el momento, el secretario general de la CESM desea que sea «específica» y vaya acompañada de un «modelo aceptable de carrera profesional común para todo el territorio español, con niveles diferenciados y aumento retributivo progresivo según la categoría.»
«Consideramos también que una de las premisas básicas del nuevo modelo debe consistir, por un lado, en incrementar las percepciones variables, y, por otro, en garantizar unos conceptos retributivos básicos iguales para todos los profesionales del SNS, superando así la paradoja actual de que, por el mismo cometido, responsabilidad, horario, etc., dos facultativos perciban salarios muy diferentes por el simple hecho de trabajar en comunidades distintas», añade.
Como apunte significativo, cabe señalar que una reciente encuesta efectuada por la CESM entre el colectivo médico pone de relieve que ocho de cada diez entrevistados aceptarían que sus retribuciones estuviesen relacionadas de algún modo con el rendimiento individual y la calidad asistencial.
Por otra parte, ambos factores se consideran en este estudio como los criterios más adecuados a tener en cuenta a la hora de reglar un sistema de ascensos y de promoción o carrera profesional, inexistente hoy aunque demandado por nada menos que el 93,5 por ciento de los facultativos consultados por el sindicato.
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