Entrevista al Dr. Julián Sánchez Conejo-Mir, elegido nuevo presidente de la AEDV

El Doctor Julián Sánchez Conejo-Mir, presidente electo de la Academia Española de Dermatología y Venereología charla con nosotros sobre la situación actual de la Dermatología en España, los avances en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias de la piel y los principales retos de su candidatura.

El Dr. Julián Sánchez Conejo-Mir, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sevilla y Coordinador del Servicio de Dermatología del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, ha sido escogido nuevo Presidente electo de la Academia Española de Dermatología y Venereología, en las elecciones celebradas recientemente en el marco del XXXIII Congreso Nacional de Dermatología y Venereología en Salamanca.

La candidatura electa está formada por gente joven, con la voluntad de trabajar en equipo y de dar un aire de modernización a la Academia que continúe y amplíe la labor de la actual dirección, según el nuevo presidente electo.

El Profesor Conejo-Mir tomará posesión de su cargo al concluir el XXXIV Congreso Nacional de Dermatología y Venereología que se celebrará en Madrid del 25 al 27 de mayo de 2006.

¿Qué destacaría de lo acontecido en el reciente último Congreso Nacional de Dermatología y Venereología en Salamanca?

La evolución que está tomando la dermatología en el siglo XXI ha quedado muy bien reflejada en nuestro Congreso Nacional. Hemos contado con un apoyo masivo en cuanto a participación y en cuanto a comunicación y ponencias, que han permitido repasar lo que es realmente la Dermatología a nivel general.

Durante muchos años se ha estado apoyando a la Cirugía dermatológica y a la Cirugía cosmética dermatológica como pilares en desarrollo de la Dermatología. Y quizás, en cierto modo, en los últimos años se ha abandonado un poco la parte médica, integral, de lo que representa nuestra especialidad. En este sentido, conviene recordar, como se hizo durante el Congreso, que estamos atravesando una etapa importante de desarrollo de todo lo que son terapias biológicas e inmunológicas de ciertas enfermedades inflamatorias como la psoriasis, el pioderma gangrenoso o las enfermedades autoinmunes.

También se habló de la aparición de fármacos como pueden ser los anticuerpos monoclonales o los anticuerpos antireceptor, que han supuesto una revolución tremenda.

Por otro lado, la figura del dermatólogo del siglo XXI ya se entiende que es quirúrgica y también que abarca la cosmética, pero durante el Congreso hemos querido defender la Dermatología integral porque el dermatólogo no es, como cree gran parte de la sociedad, sólo el médico de las arrugas o de la caída de pelo. El dermatólogo es el especialista que trata las enfermedades que tienen manifestaciones cutáneas y que, sin embargo, pertenecen al ámbito de la medicina interna.

¿A qué nivel sitúa la especialidad en España?

Por un lado, hay que tener en cuenta que desde hace unos 15 años todos los residentes que nos llegan a la Academia son residentes de los primeros números del MIR, lo que significa que su nivel es excelente. Un hecho que ha propiciado que en la última década el nivel de la Dermatología de base haya aumentado notablemente.

Por el otro, la inquietud de la gente joven y, en general de todos los miembros, por abrir nuevos campos, por incorporar nuevas tecnologías a nuestra especialidad, ha hecho que la Dermatología española sea ahora mismo una de las mejores de Europa y también del mundo. Lamento que este mensaje no se trasmita lo suficiente porque sin duda debemos tener claro que el nivel de la Dermatología en España es extraordinariamente bueno.

No obstante, sí es cierto que es deficitaria en cuanto a número de especialistas. En estos momentos, en la medicina privada el número de dermatólogos es suficiente. Pero en la medicina pública se mantiene la misma plantilla que había hace 20 años mientras que la demanda social de consultas dermatológicas ha aumentado entre un 20 y un 30 por ciento respecto a la de hace 15 años.

Y éste es precisamente uno de los retos más inmediato que tiene la administración pública: dotar suficientemente a los servicios de Dermatología de la instituciones hospitalarias y los centros de atención primaria para adecuarse a la demanda de la sociedad.

Y en cuanto a los retos de su candidatura, ¿qué destacaría?

Considero que el profesor José Luis Díaz Pérez, actual presidente de la AEDV, ha empezado de una forma muy interesante y muy efectiva lo que es la modernización de la Academia y por eso, nuestra labor se va a centrar en completar este proceso de modernización.

Por un lado, tenemos que modernizar la Academia propiamente dicha desde el interior. Es decir, dotarla de los resortes más modernos y utilizar toda la instrumentación informática y técnica que en estos momentos tenemos y que es considerable.

En segundo lugar, uno de los retos que tiene nuestra candidatura es vender la imagen del dermatólogo, que es tal vez el aspecto que nunca ha hecho bien. Debemos trasmitir a la sociedad el concepto de que el profesional de la Dermatología es una persona muy bien formada y que tiene soluciones para muchos problemas.

Es una de nuestras prioridades desterrar la falsa creencia, muy extendida socialmente, de que «el dermatólogo sólo manda pomadas», cuando no es, de ningún modo, así. La situación ha cambiado mucho en las últimas dos décadas y este profesional dispone de muchas más opciones terapéuticas que van desde los tratamientos farmacológicos hasta las múltiples técnicas quirúrgicas o los procedimientos de láser.

El dermatólogo no sólo utiliza una lupa, sino que tenemos una tecnificación muy avanzada con sistemas informáticos que nos permiten analizar lesiones pigmentarias o tumores de la piel. O incluso procedimientos diagnósticos de inmunobloting, biología molecular o inmunogenética.

Los miembros de la candidatura que encabezo queremos concienciar a la población de que el dermatólogo moderno es un profesional muy eficaz y por ello deben acudir a sus consultas no sólo cuando la piel está enferma, sino también cuando está sana. Hay que recordar que el cuidado de la piel corresponde a este especialista y no a otros profesionales.

Y a nivel inmediato, ¿en qué va a empezar a trabajar?

El presidente electo durante este año, hasta que tome posesión de su cargo, lo que está es «aprendiendo» el funcionamiento de la Academia. Tiene voz pero no tiene voto. Es decir, el presidente electo aportará ideas sobre proyectos de futuro que se continuarán en el año siguiente.

De momento no sólo nos vamos a quedar con la faceta del aprendizaje sino que también queremos aportar ideas y por eso vamos a crear un Libro Blanco de la Dermatología. En él se abordarán temas como la figura del dermatólogo de inicios del siglo XXI; cuáles son sus funciones; la situación de la Dermatología en nuestro país, si está verdaderamente deficitaria o no; cómo es la situación de los dermatólogos en los hospitales, si el número de residentes es el adecuado; o qué demanda tiene la población de consultas dermatológicas. Este proyecto lo queremos presentar en los primeros meses de nuestro mandato en 2006.

Y lógicamente, una vez determinadas la necesidades de la profesión en este Libro Blanco, también será nuestro propósito intentar solucionarlas.

En el caso concreto de la dermatitis atópica y la psoriasis, ¿qué avances destacaría?

Respecto a las dermatitis o a cualquier inflamación crónica de la piel, los corticoides que se estaban utilizando desde hace 50 años han sido sustituidos por medicaciones que tienen el mismo efecto antiinflamtorio, permiten un uso continuado y, además, no tienen los efectos secundarios a nivel de atrofia, inmunosupresión de la piel, aparición de vello o de absorción del corticoide a nivel sistémico.

A nivel general también han surgido una serie de anticuerpos monoclonales o terapias biológicas que vienen a sustituir inmunodepresores como el metrotexato o la ciclosporina.

Y a nivel tópico, han aparecido dos nuevos fármacos, pimecrolimus y tacrolimus. Recientemente, estos fármacos han suscitado cierta desconfianza a raíz de una advertencia de la FDA donde alertaba de una posibilidad de ciertos efectos secundarios de los inmunosupresores tópicos. De todos modos, no se ha documentado ni un solo caso de aparición de tumores por la utilización de estos fármacos, por lo que esta situación podría responder más a una lucha comercial que a una alarma real. Pero hasta que desaparezca la advertencia, se debe actuar con prudencia.

En cuanto a la psoriasis severa hasta ahora se estaba utilizado ciclosporina, pero con la incorporación de anticuerpos monoclonales se va a conseguir mejorar la calidad de vida de estos pacientes porque los efectos secundarios de esta nueva medicación son menores.

En mi opinión, la sustitución de tratamientos agresivos como la corticoterapia por otros que lo son menos, como los que hemos comentado, representa el avance más importante en los últimos dos o tres años ya que además de mejorar el tratamiento, aumentan la calidad de vida de los pacientes que con dermatitis, psoriasis o enfermedades severas de la piel.