Aproximadamente entre el 15 y el 20 por ciento de los niños de cinco años de edad moja la cama por la noche. Este trastorno, conocido como enuresis, es un problema frecuente e infradiagnosticado y afecta al doble de niños que de niñas, quizá por "una maduración más tardía", según explica la pediatra Isabel Úbeda Sansano.
No obstante, aunque el problema «tiende a resolverse espontáneamente» y su prevalencia decrece con la edad, en los niños que mojan la cama más de tres veces por semana o en los mayores de 10 años «difícilmente se soluciona el problema sin tratamiento».
Por ello, Isabel Úbeda aconseja acudir al pediatra para consultar cuál es la mejor medida terapéutica ya que este trastorno «suele tener repercusiones psicológicas, escolares y sociales negativas tanto para el paciente como para su familia».
Así, en los niños estos escapes involuntarios de orina causan «ansiedad, merman su autoestima y comprometen su estabilidad emocional». Además, la enuresis interfiere en el desempeño social tanto de la familia como del niño, que llega incluso a no querer ir a campamentos o dormir fuera de casa.
De hecho, esta experta, que intervino en un taller sobre este tema en la última reunión anual de la Asociación Española de Pediatría que se celebró en Valencia a finales de noviembre, constata que cuando acuden a la consulta los niños están «muy avergonzados». «No quieren hablar del tema, ni siquiera que los padres lo consulten», señala.
No obstante, aconseja a los padres que, en estas situaciones, «nunca riñan a los hijos ni les pongan ningún castigo» porque puede «tener efectos contraproducentes». Por contra, «deben quitarle importancia», que digan a los niños que «no se preocupen, que se va a solucionar», «decirles que es algo normal que les pasa a otros compañeros de clase aunque no lo digan».
Posibles tratamientos
Entre los tratamientos, ha explicado que probablemente el más efectivo sea la alarma. Se trata de un dispositivo que se coloca junto a las braguitas o slips que pita, vibra o emite alguna luz al detectar la salida de las primeras gotas de orina mientras el niño duerme.
De este modo, «se crea un reflejo condicionado y a la larga antes de emitir las primeras gotitas el niño se despierta y va al baño». Sin embargo, pese a que se trata del método con mayores tasas de curación es el «más lento», dura unos 3 meses. Además, se requiere de la colaboración de la familia.
Por otro lado existe también el tratamiento farmacológico con desmopresina, un medicamento que aumenta la reabsorción de líquido de los riñones de modo que disminuye la cantidad de orina que se le escapa el niño y evita que moje la cama. Este tratamiento suele ser «más rápido, en un mes o dos, lo que no quiere decir que se suspenda y ya estén curados».
De hecho, ha evidenciado que la mayoría de las veces se precisan varios meses hasta solucionar la enuresis y que no es raro que existan recaídas que exijan nuevos ciclos o cambios en el tratamiento. Por todo ello, ha comentado que son los pediatras quienes deben poner un tratamiento individualizado a cada niño, del que hacen un seguimiento cada 15 días.
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