19Jun. 08
Las infecciones nosocomiales, asociadas a dispositivos tales como la ventilación mecánica o los catéteres, constituyen uno de los principales problemas de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), aunque podríamos estar a las puertas de alcanzar un control casi total de las mismas, tal y como ha demostrado un reciente estudio piloto llevado a cabo en 16 hospitales de Castilla y León, Cataluña y Andalucía, en colaboración con el Ministerio de Sanidad, y bajo la supervisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Dicha experiencia se ha centrado fundamentalmente en un tipo concreto de infecciones nosocomiales: las bacteriemias asociadas a catéter. «Se ha logrado una reducción muy importante de las tasas de afectación durante los tres meses que ha durado el estudio», destacó la Dra. Mercedes Palomar, del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona, durante la rueda de prensa de presentación del XLIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC). «Da la sensación de que el programa implantado en dichos centros funciona», añadió.
Tras esta exitosa primera fase, se está mejorando el protocolo de actuación y, tras su validación por parte del Ministerio de Sanidad y de la Alianza Mundial por la Seguridad del Paciente, se iniciará la segunda fase de implantación generalizada. Las comunidades autónomas que incluyan este proyecto en el contexto de los convenios de colaboración en prácticas seguras que mantienen con el Ministerio de Sanidad podrán adherirse a dicho programa, de tal manera que España podría convertirse en el primer país del mundo en implantar un programa de estas características a nivel nacional. «Tenemos constancia de que seis autonomías ya han solicitado al Ministerio de Sanidad y Consumo su adhesión al mismo», apuntó la Dra. Palomar. Nuestro país presenta actualmente una tasa de afectación de 4,9 episodios por 1.000 días de mantenimiento de un catéter venoso central, lo que la equipara a la media europea.
Este programa se basa en la experiencia llevada a cabo en Michigan (Estados Unidos) por el Dr. Peter Pronovost, del Centro para Innovación en Calidad de la Universidad Johns Hopkins, que participó en el XLIII Congreso Nacional de SEMICYUC. «Se han reducido enormemente las tasas de afectación de la infección por catéter en todas las UCI de este estado durante un período aproximado de 18 meses», apuntó la Dra. Palomar, también coordinadora del Estudio Nacional de Vigilancia de Infección Nosocomial (ENVIN), puesto en marcha en 1997.
Las acciones concretas para la correcta colocación del catéter se plasman en una lista de comprobación: higienizar bien las manos antes del procedimiento, desinfectar la piel con clorhexidina, evitar las zonas femorales (son las que más riesgo de infección tienen), retirar las vías innecesarias y usar medidas de barrera máximas. «Este programa se extenderá a otros países del mundo si demuestra su eficacia, tal y como ya ocurriera con la campaña «Manos limpias», cuyo objetivo sigue siendo evitar la transmisión de nosocomiales mediante una mejor higiene.
Proyecto SYREC (Seguridad y Riesgo en el Enfermo Crítico)
Con todo esto, las bacteriemias asociadas a catéter son sólo una pequeña parte del enorme elenco de efectos adversos que pueden darse en una UCI. Para conocerlos todos, el Grupo de Trabajo de Planificación, Organización y Gestión de la SEMICYUC, encabezado por la Dra. Paz Merino de Cos, ha llevado a cabo el proyecto SYREC (Seguridad y Riesgo en el Enfermo Crítico), que cuenta con la financiación del Ministerio de Sanidad. Sus resultados fueron presentados en el XLIII Congreso Nacional de SEMICYUC. «Era necesario llevar a cabo un estudio de estas características en España», apuntó.
El proyecto SYREC es un estudio observacional que se llevó a cabo el 22 de marzo de 2007, durante un periodo de tiempo de 24 horas. En él participaron 79 UCIs de toda España, en las que estaban ingresados 1.017 pacientes. El 58 por ciento de ellos estuvieron afectados por un total de 1.424 sucesos adversos. Los errores relacionados con la medicación fueron los más frecuentes, alcanzando un porcentaje del 24,6 por ciento. «Hay que tener en cuenta que el enfermo crítico recibe el doble de fármacos que cualquier otro paciente, administrándose muchos de ellos por vía intravenosa», explicó la Dra. Merino de Cos. Los fallos asociados a equipos también fueron significativos (15,4 por ciento).
«Los problemas de seguridad son relativamente frecuentes en las UCI y, en gran parte, evitables», señaló la Dra. Merino de Cos, también jefa del Servicio de Medicina Intensiva del Hospital Can Misses, de Ibiza. «Sobre todo por esto último, deben llevarse a cabo estrategias para identificarlos». Una vez se haga esto, «se establecerán recomendaciones y alertas con el fin de prevenirlos, incidiéndose en la creación de una cultura de seguridad que promueva la participación de los profesionales mediante su entrenamiento, su motivación y su concienciación», concluyó.
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