Europa prepara una cibermano que podría estar lista en el 2005

Construir una extremidad mecánica capaz de sustituir a la biológica respondiendo a los impulsos nerviosos del receptor es un sueño largamente acariciado por la ciencia y descrito muchas veces por la literatura fantástica. Sin embargo, los últimos avances en microelectrónica hacen que cada vez se esté un poco más cerca de conseguir esta hazaña. El último intento es el proyecto Ciberhand, en el que participan, entre otros, científicos españoles de la Universidad Autónoma de Barcelona UAB) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El objetivo del proyecto es conseguir que las personas que han sufrido la amputación de una mano puedan utilizar una prótesis biónica «casi idéntica a la real», según sus artífices, que obedecería a los impulsos nerviosos del receptor y actuaría con datos de contacto, presión y temperatura de forma similar al tacto de una mano real. Aparte de los investigadores del Centro Nacional de Microelectrónica del CSIC y de la Universidad Autónoma de Barcelona, también participan especialistas de Italia, Alemania y Dinamarca.

La prótesis con la que trabajan, afirman en la nota de presentación del proyecto, «se moverá con precisión, obedeciendo los estímulos nerviosos de la persona que la lleve y le transmitirá sensaciones como si fuera la mano auténtica». De conseguirlo, se podrían beneficiar de ella las aproximadamente 50.000 personas que cada año sufren amputación de una mano en Europa.

El uso de la mano cibernética, requerirá la implantación de un chip en contacto con las fibras nerviosas que conectaban el sistema nervioso con la mano de la persona. Este chip se encargaría de interpretar las intenciones del usuario mediante el procesamiento de las señales bioeléctricas de las neuronas y transmitirá con precisión las órdenes del movimiento a la mano artificial.

A la vez, la prótesis recogerá datos de contacto, presión y temperatura y las transmitirá al chip para que sean enviadas al cerebro a través de las conexiones con los nervios. «De esta forma», continúan los responsables del proyecto en su comunicación, «la persona sentirá la mano cibernética como si fuera su auténtica mano».

Interesante alternativa al trasplante

La nueva prótesis supone un salto cualitativo respecto a las que actualmente se utilizan, «y se puede convertir en una alternativa muy interesante al transplante», afirma el equipo del proyecto Ciberhand. En su opinión, hoy entre un 30 y un 50 por ciento de las personas amputadas no utilizan las prótesis existentes, «porque ofrecen un control muy pobre de los movimientos, no reciben ninguna sensación y la percepción general es muy poco natural».

El equipo dirigido por el profesor Xavier Navarro del Grupo de Investigación en Neuroplasticidad y Regeneración Nerviosa del Departamento de Biología Celular, Fisiología e Inmunología de la UAB, participará en la puesta a punto y test con animales de la técnica que hará posible el intercambio de información entre los nervios y el chip, con el fin de recibir los estímulos de la mano y transmitir las órdenes del cerebro.

La inserción del chip en el sistema nervioso de la persona estará basada en la regeneración nerviosa, una técnica que permite que los axones del nervio entren en contacto de forma natural con los electrodos del chip a medida que se regeneran cuando el nervio ha sido seccionado. Esta nueva técnica evitará los problemas de los implantes utilizados hoy en día para el registro de señales nerviosas, que ponen en contacto los electrodos y los nervios mediante una especie de enchufes que presionan las fibras nerviosas y distorsionan los resultados.

Por su parte, los científicos del Centro Nacional de Microelectrónica del CSIC, dirigidos por Teresa Osés, desarrollarán los circuitos integrados del chip y pondrán a punto los sistemas que permitirán la comunicación a distancia, sin hilos, entre el chip (situado en el antebrazo) y la prótesis.

El proyecto se enmarca en el programa Information Society Technologies de la Unión Europea y prevé finalizar en un plazo de tres años, con la presentación de la prótesis en funcionamiento.

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