Se ha conseguido atajar el número de nuevos afectados por hepatitis C. Sin embargo, el alto número de contagios antes de la identificación del virus en 1989, por transfusiones o uso de drogas intravenosas principalmente, hace que las expectativas sean poco optimistas. Diversos expertos estiman que en pocos años el número de pacientes con cirrosis se cuadriplicará pues los primeros síntomas pueden tardar en aparecer hasta 20 años. El transplante de órganos de donantes vivos y los sistemas hepáticos artificiales son dos de las posibles vías para atacar este problema.
Los casos de cirrosis en España podrían multiplicarse por cuatro en los próximos años debido al incremento del sobrepeso en la población, que actualmente afecta a la mitad de la población española, y a los nuevos casos aparecidos de hepatitis C crónica, según diversos expertos reunidos en la quinta Reunión Internacional sobre Tratamiento de Enfermedades Hepáticas que se celebra en Barcelona.
Casi la mitad de cirrosis hepáticas están provocadas por la hepatitis crónica C. Y aunque han disminuido drásticamente los nuevos contagios, su incidencia aumenta ya que el virus puede estar alojado en la sangre sin manifestarse hasta 30 años. El aumento de casos de cirrosis al que asistimos hoy se debe a los contagios por transfusiones realizadas antes de que se detectara el virus en 1989 y al consumo de drogas intravenosas.
Se calcula que en todo el mundo existen alrededor de 170 millones de personas infectadas por el virus de la hepatitis C. Durante la reunión de Barcelona se advirtió que el tatuaje y el piercing siguen siendo un factor de riesgo significativo para adquirir el virus de la hepatitis C, por lo que la Comisión Europea ha hecho diversas advertencias sobre instrumentales de perforación y tatuaje y sobre los certificados sanitarios necesarios para este tipo de centros y su personal.
Obesidad y diabetes
En cuanto a la obesidad, se trata de la causa no vírica más frecuente de daño hepático, asegura el doctor Vicente Arroyo, jefe del Servicio de Hepatología del Hospital Clínico de Barcelona y uno de los organizadores de la reunión. Basta un ligero sobrepeso, «para que el metabolismo del hígado empiece a perjudicarse», añade. Así pues, el sobrepeso constituye por sí solo un factor de riesgo de la lesión hepática que puede preceder a una cirrosis.
La diabetes tipo 2 (que tiene, a su vez, al sobrepeso como un factor de riesgo) también es una importante causa de daño hepático. La esteatohepatitis no alcohólica, por otra parte, también es una lesión similar a la producida por el alcohol en individuos que, sin embargo, consumen dosis menores a 200 gramos por semana. Y puede estar causada por problemas nutricionales, causas metabólicas como la dislipemia y el consumo de algunos medicamentos y drogas.
Detección precoz, clave para evitar la cirrosis
La detección precoz del virus de la hepatitis C permite iniciar el tratamiento antes, lo que aumenta las probabilidades de éxito y disminuye el daño hepático. Y reduce las posibilidades de que el hígado acabe sufriendo una cirrosis o una insuficiencia hepática, cuya consecuencia puede ser el transplante. Al no causar síntomas, si no se trata, la enfermedad evoluciona y en el 80-85 por ciento de los casos progresa a una hepatitis crónica. Y de los pacientes crónicos, uno de cada cinco desarrollará una cirrosis.
Los expertos reunidos en Barcelona destacaron que con el tratamiento actual, basado en la combinación de peginterferón y ribavirina, se podría evitar la gran parte de los transplantes hepáticos en estos pacientes si el tratamiento se inicia a tiempo. Además, como se comentó durante la reunión, nuevas evidencias muestran que el éxito del tratamiento aumenta si se realiza un tratamiento personalizado según el peso del paciente.
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