Insomnio infantil: los malos hábitos son los culpables

Tres de cada 10 niños españoles sufren insomnio infantil debido a malos hábitos adquiridos. Los síntomas más habituales con los que se manifiesta la somnolencia en los jóvenes son irritabilidad, inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse y, a medio y largo plazo, bajo rendimiento escolar.

Para los especialistas resulta más difícil valorar la calidad del sueño en los niños. Sin embargo, diversos estudios apuntan que hasta tres de cada 10 niños españoles sufren insomnio principalmente por los malos hábitos adquiridos. Especialistas de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario de La Ribera alertan sobre la importancia de tratar este problema en la infancia ya que, en caso contrario, es probable que estas complicaciones persistan siendo ya adultos.

Según estos estudios, uno de los principales problemas que detectan los expertos hace referencia a que en España un alto número de niños ve la televisión hasta medianoche en días laborables, lo que disminuye de manera importante sus horas de sueño.

Los síntomas más habituales con los que se manifiestan los problemas de sueño y la somnolencia en los jóvenes, son la irritabilidad, la inquietud, la fatiga, la dificultad para concentrarse y, a medio y largo plazo, bajo rendimiento escolar. Igualmente, los últimos estudios en esta materia muestran que el sueño inadecuado, junto al sedentarismo y a una dieta incorrecta, podrían estar detrás de la epidemia de obesidad infantil.

En palabras del Dr. Javier Puertas, jefe de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario de La Ribera y miembro de la Sociedad Europea del Sueño, “es esencial para un buen descanso que los niños cumplan con una serie de hábitos. En ese aspecto la labor de los padres resulta fundamental ya deben transmitir desde bien pronto una regularidad en los horarios.”

Hábitos saludables

Todos los especialistas en esta materia coinciden en establecer que las horas de sueño necesarias siempre varían de un sujeto a otro. Así, entre los 2-3 años las horas se ajustan hasta las 10-11 horas de sueño más una siesta a mediodía (hábito que suele desaparecer sobre los 5-6 años). Desde esta edad hasta la adolescencia suele oscilar entre las 9-10 horas, aunque en esta franja es habitual que haya una tendencia al retraso de fase; es decir, se tiene sueño más tarde y se levantan más tarde.

Según apuntan los expertos, es básico para un buen descanso que los menores respeten una serie de rutinas, tales como evitar bebidas con cafeína, favorecer un ambiente de relajación en las horas previas a dormir y que los padres transmitan determinación respecto a los horarios del sueño.

Igualmente, es muy importante que los niños sepan dormirse solos y en su cama desde bien temprano ya que sólo de esta forma el niño aprenderá a sentirse seguro y relajado. Igualmente, hay que evitar administrar fármacos o sustancias a los menores para dormir sin el consejo de un profesional.

Las pesadillas o los casos de trastornos en la conducta -o parasomnia- (por ejemplo, el sonambulismo) son frecuentes en la infancia. Este tipo de alteraciones afectan hasta un 10 por ciento de los niños, aunque suelen mejorar espontáneamente antes de la pubertad.

En caso de que un niño tenga pesadillas es esencial que, al despertarse los niños, los padres transmitan seguridad y tranquilidad a los más pequeños. Si se dan situaciones de sonambulismo conviene que los más pequeños sean reconducidos suavemente a la cama para que se vuelvan a dormir.

Si los episodios son ocasionales (menos de 1 ó 2 veces por semana) no es necesario consultar con un médico. Si persiste durante varias semanas o los casos son diarios (o prácticamente diarios) es conveniente acudir a su centro de salud.