18Dic. 01
El fármaco también se utiliza contra la malaria y permite adherirse a una secuencia de ADN entre bases iguales, lo que podría servir para elaborar fármacos antitumorales que actúen sobre las células cancerígenas que se quiere eliminar y no sobre las sanas, siendo más efectivo y menos tóxico.
Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) ha descubierto cómo una sustancia natural, obtenida de una liana africana, actúa sobre el ADN de una forma completamente desconocida hasta ahora. El hallazgo, dirigido por Miquel Coll y Juan Aymani, ha sido publicado en las revistas científicas Nature Structural Biology y Nature Reviews Drug Discovery.
Esta sustancia se obtiene de un extracto de las raíces de una planta, Cryptolepsis sanguinolenta , usada tradicionalmente en África Central y Occidental contra la malaria, por lo que se la llama también quinina de Gana. Pero, además, este estudio ha encontrado una nueva e importante propiedad medicinal, pues es capaz de eliminar células cancerosas resistentes a otros fármacos.
Para investigar la interacción del fármaco derivado de esta sustancia con el ADN se han empleado los sincrotrones de Grenoble y Hamburgo que, a modo de gigantescos microscopios, permiten visualizar la estructura de las moléculas.
Ello ha permitido observar cómo la forma asimétrica del fármaco permite que se pueda adherir, sin enlaces, a una secuencia determinada de letras del ADN. Hasta ahora, muchos fármacos antitumorales, como la amsacrina o la adriamicina, actúan adheriéndose entre las letras del alfabeto genético, por lo que se conocen como intercaladores, y se introducían entre letras distintas. Pero por primera vez se constata la eficacia de un fármaco intercalador que se introduce también entre bases iguales.
De esta forma, el descubrimiento abre una puerta para el diseño de fármacos antitumorales y antimaláricos más específicos que sólo afectan a las células que se quiere eliminar y no a las células sanas. Con ello, se conseguiría una mayor efectividad y una menor toxicidad para el paciente. En el estudio también han intervenido investigadores británicos de la Universidad de Londres y de la Universidad de Bradford.
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